La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Sierpes todavía no es Sierpes

Si cantan que el Rocío no es Rocío hasta que Triana llega, Sierpes no es Sierpes hasta que reabra Ochoa

Si los entendidos de toda la vida en arenas y caminos dicen, repiten y cantan que el Rocío no es Rocío hasta que Triana llega, yo no sé quién me lo dijo pero qué razón llevaba, podríamos entonar algo similar con la calle Sierpes. Porque Sierpes no es Sierpes hasta que Ochoa no reabra. Pasas estos días por Cerrajería y echas de menos esa puerta de cristal que pesa lo suyo y que al abatirla te conduce hacia la gloría del café y la tostada de pan de molde. Pasas y no ves a las señoras que llevan hora y media en el velador apurando el descafeinado. Pasas y no están los turistas desarrapados tratando de abrir el aseo. "¡Cuando consuman les dan la clave del servicio!". Y vuelves a pasar y no está la pizarra con la oferta del menú. Te llevas el soponcio al ver los precios de las exquisitas zapatillas de esparto del comercio Castañer, que deben traer un seguro hecho en caso de pérdida; revisas el cupón en el puesto ambulante de la amable vendedora de la esquina, compruebas de nuevo que el comercio de recuerdos ha cerrado (caídos por Fernando Simón y la pandemia) y, de nuevo, sientes el vacío de quedarte sin el lomo al jerez, el fiambre de pollo o el pavo trufado de Ochoa, sin los lazos de hojaldre y sin el vaso de agua de tamaño pequeño, idóneo y justo para apagar el fuego del sorbo de café en las fauces. Hay toda una vida cotidiana que no hemos recuperado por efecto de los días de alarma. Qué no sabrá el Gobierno que ya ha suspendido el desfile del 12 de octubre. Así Pedro Sánchez se libra de los abucheos. Y nosotros sin el Gran Poder camino de Los Pajaritos pasando por la Alfalfa, Santa María la Blanca y el sanatorio de San Juan de Dios como en el año de las Misiones. Se nos han ido miles de personas. Y también miles de momentos y emociones. Nuestro día a día quedó segado: desde acudir al trabajo hasta hacerlo a la cafetería de cada día. Rituales ordinarios suspendidos en calles a medio gas. La Campana abrió. El Laredo también. Pero Ochoa sigue esperando la subida de la persiana para que recojamos el pedido de los emparedados y las agujas de ternera o atún. Ponga más vegetales y menos de jamón york y queso. No habremos recuperado la normalidad, no alcanzaremos la reconstrucción, hasta que estemos todos al cien por cien. ¿No dicen los políticos que de esta crisis saldremos todos? Pues a la espera estamos de que Ochoa reabra, que dicen que lo hará, claro que lo hará. Vamos a estar ya en la barra tomando el café, porque los veladores son pequeños para un servidor. Y entonces proclamaremos que Sierpes ya es Sierpes. Entonces sí.

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