Postales desde el filo

Simulacro

El simulacro de diálogo servirá a ERC para plantear una salida al estrepitoso fracaso de la vía unilateral

Sabía Sánchez que su acuerdo con ERC convertiría la legislatura en una película de suspense. La abierta disputa entre las fuerzas independentistas y el inevitable fin de la legislatura catalana añade incertidumbres y amenazas a la estabilidad del nuevo gobierno. Confiar la legislatura al apoyo de una fuerza como ERC es depender de un hilo demasiado frágil. Son relaciones que sólo pueden estar basadas en el simulacro. Ambos saben de la imposibilidad de satisfacer las exigencias del otro: ni el gobierno puede negociar la integridad del Estado, ni el independentismo renunciar a la secesión. Lo cierto es que han sido décadas de diálogo y acuerdos los que nos han traído a este callejón sin salida. Desde la transición, la comunicación entre los partidos nacionalistas y los de ámbito nacional ha sido constante y fluida. Los primeros han sido actores importantes de la política española participando de todos los consensos importantes y apoyando gobiernos de uno y otro signo.

Todo ello les ha permitido alcanzar un máximo grado de autogobierno y -gracias al valor de sus votos como mercancía parlamentaria- una asimetría a su favor en el sistema autonómico. Tras el terrible atentado de Las Ramblas, el gobierno de la Generalitat afirmó que habían actuado como un Estado. Una afirmación que demuestra que si, en un asunto tan sensible como la lucha contra terrorista, tienen las máximas competencias ¿qué margen real de negociación queda en materia de transferencias o financiación? Qué queda realmente que sea susceptible de acuerdo entre el gobierno español y ERC con la suficiente envergadura para que una fuerza independentista justifique su renuncia a la épica de la confrontación. Ya sé que en materia económica las aspiraciones nacionalistas son máximas; pero este asunto afecta al conjunto de las CCAA y el gobierno carece de capacidad para alcanzar acuerdos de cierta importancia de forma bilateral. Sin olvidar que el pretendido secesionismo fiscal de uno de los territorios de mayor nivel de renta está en las antípodas de una política basada en el aumento de la progresividad fiscal, como la planteada por el gobierno. Por otra parte, la propuesta federal del PSOE no interesa al nacionalismo y mucho menos al independentismo. El simulacro de diálogo servirá a ERC para plantear una salida digna al estrepitoso fracaso de la vía unilateral, mientras que Junsxcat siga aferrándose al irredentismo como única baza electoral.

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