EN los tiempos que corren es imposible aquella letra flamenca de mirabrás que decía "voz del pueblo, voz del cielo...", porque lo que vivimos a diario es todo lo contrario a su sentir. La cacareada globalización de la economía se ha reducido en lo general a una globalización de la corrupción y de la desvergüenza. Nos han inmerso en uno de los mayores desastres financieros de la historia de la humanidad. La influencia de los desconocidos que especulan con la bolsa y los mercados tienen a los gobiernos europeos enzarzados en desconfianzas y delaciones. Se compran, se venden hipotecas basura a miles, deudas estatales secretas. Todo es un gran lío hasta culminar con las emisiones de CO2 a la atmósfera. Los de Kioto compran las cantidades de humo que quieren soltar por su chimenea y el resto del mundo mirando el cambio climático. Pero podemos estar felices porque nuestras autoridades en un gran alarde de incompetencia y democracia nos proponen en referéndum la solución del cauce del Guadalmedina. ¡Viva el pueblo soberano!