Postales desde el filo

Soraya R

Debería contar la señora Rodríguez a su nuevo jefe que el partido socialista tiene más de un siglo de historia

En un artículo publicado el pasado jueves en El País, el catedrático Francisco J. Laporta criticaba el método primarias que se han impuesto en nuestro sistema de partidos. Decía que "tal y como se practican entre nosotros tienen la particularidad que quien gana la subasta se queda con todo y se siente legitimado para hacer tabla rasa de ideas y personas". Es lo que han hecho los jóvenes líderes, salidos de las primarias para contar con grupos parlamentarios afines y así evitar futuros conflicto de disidencia. Como los que se produjeron en el grupo parlamentario del PSOE tras las elecciones de 2016. Sobre esto último, la que fuera diputada y portavoz socialista, Soraya Rodríguez, ofrecía hace algunas semanas en un artículo su versión de los que pasó en aquellos días aciagos para la familia socialista. Me pareció que, al margen de algunas opiniones personales, el relato de los hechos se ajustaba con bastante fidelidad a lo ocurrido. Aunque después vi que lo que ella quería ajustar era cuentas con sus adversarios internos ya que, por esos días, había sido excluida de las listas y pedido su baja en el partido: una ruidosa marcha con destino asegurado. Por mucho que haya compartido su visión sobre lo ocurrido en 2016 y algunos aspectos de su crítica a la forma en que el gobierno de Sánchez ha gestionado la cuestión catalana, sólo puedo considerar como una vileza su pase a Ciudadanos. No puedo decir otra cosa de quien se ha echado en brazos de un partido que, mientras ata su destino a Vox, pretende situar al PSOE fuera de la Constitución. Debería contar la señora Rodríguez a su nuevo jefe que el partido socialista tiene más de un siglo de historia y fue parte fundamental del consenso y del posterior desarrollo constitucional. No es que el gobierno de Sánchez no haya cometido errores, pero desde luego no hay ningún hecho que permita poner en duda su lealtad constitucional. Ni durante su corto mandato, ni en la oposición que apoyó de forma incondicional al gobierno de Rajoy en la aplicación del 155. La derecha se ha aferrado a un discurso contrafáctico de un maniqueísmo tosco y elemental. Leyendo determinados titulares de la prensa afín vemos que las famosas fake news no han llegado con internet: siempre han estado ahí, en el mundo analógico. Tan sideral es la distancia que se está abriendo entre los bloque en conflicto que Soraya Rodríguez más que de partido parece que haya cambiado de planeta.

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