La esquina

josé / aguilar

Susana, como Arenas

LOS debates televisivos en campaña electoral están sobrevalorados por los partidos. Les conceden una importancia extraordinaria, y extraordinariamente injustificada. Por un lado, creen que la gente está pendiente de ellos, y nada más lejos de la realidad. Casi el 60% de los españoles no siguió un solo minuto el Debate sobre el estado de la Nación, quizás el más importante. Los que se celebran -o celebraban- antes de las elecciones andaluzas tienen audiencias irrisorias.

Por otro lado, piensan los partidos que los debates ejercen una influencia decisiva en la determinación del voto de los ciudadanos. Yo me inclino a considerar que cada ciudadano elige su papeleta en función de una serie compleja de factores que se interrelacionan. El debate o los debates son un factor más, y ni siquiera el más influyente (salvo en casos excepcionales de equilibrio de fuerzas).

Hay, de todos modos, una diferencia notable de actitud entre unos partidos y otros, pero no por su ideología, sino por su tamaño. Los partidos minoritarios siempre quieren muchos debates y participar en todos ellos. Los mayoritarios mantienen una posición puramente oportunista: si se ven favoritos para las elecciones, rehuyen el debate con cualquier pretexto; si se temen perdedores, se convencen de que debatir les hará avanzar y exigen mientras más debates mejor.

Esto explica lo que está pasando con los debates en la campaña aún no iniciada oficialmente. En 2012 Javier Arenas, que ya se veía en San Telmo, se negó a un cara a cara con José Antonio Griñán organizado por Canal Sur por considerar no neutral esta cadena. Ahora, Susana Díaz, que presume que va a ser la candidata más votada el 22-M, parece decididamente orientada a no debatir con Juan Manuel Moreno. Como Canal Sur no se ha planteado esta vez el debate a dos, TVE ha ofrecido la posibilidad de organizarlo. El PSOE está poniendo pegas que desembocarán en lo mismo que hace tres años, pero con intercambio de protagonistas: falta de neutralidad.

Como digo, son pretextos de quita y pon. Lo que entonces dijeron los populares es lo que ahora dicen los socialistas, y viceversa. Lo que hicieron y hacen unos y otros, ídem. Unos y otros eluden lo fundamental: que los debates deberían ser ya un hábito que no se cuestiona nunca y que al manosearlos a conveniencia están demostrando una grandísima falta de respeto a los andaluces.

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