Tinta con limón

josé L. Malo /

Tarde, mal y Caro

PREVISIÓN: como tener un cocodrilo sin dientes en el jardín; no muerde, no duele. Hacer las cosas bien es lo más difícil que hay.

Se supone, ahora sí parece de verdad, que Málaga y Almería quedarán definitivamente unidas por autovía a partir de septiembre (créanselo cuando pisen ese anhelado asfalto). Faltan diez kilómetros por terminar, pecata minuta. Pero si uno recuerda que en hacer otros tantos han estado trabajando desde 2005 hasta ayer, tienen permiso para echarse a temblar. La cuestión es que el trabajo está muy avanzado. Servidor, que ha estado intensamente circulando por ahí en los últimos dos meses, da fe de ello. Más de diez años y casi 150 millones de euros ha costado adecentar el tránsito por la autovía del Mediterráneo. Lo que hemos tenido que abusar de ese camino sabemos de las injerencias y malos ratos vividos. A veces, cierro los ojos y en mi mente aparece una pancarta: "Torrenueva, autovía ya". Nos ahorraremos, al fin, unos cuantos tramos abruptos y hasta peligrosos los que sigamos circulando por el este andaluz. Pero se quedan entre pecho y espalda tantos tramos ingratos.

Almería se hará menos de plástico y estará algo menos aislada. El tiempo que habrá durado la pesadilla es el equivalente a obtener el carné de conducir y tener que pasar a renovarlo. Porque la obra, como viene siendo habitual en este país, se ha hecho tarde, cara y mal. Pero sucede que en época preelectoral todo se acelera y faltan medallas o sobran pechos donde ponerlas. No pasa nada, seguro que los señores de Fomento se sacan un peaje de la manga una vez que las urnas estén guardadas y santas pascuas.

O si no, ¿de dónde demonios va a sacar Susana Díaz el dinero para retornar pagas extras, dejar de hacer contrataciones al 75% a los profesionales sanitarios y demás últimas medidas que ha anunciado? ¿Y qué pasará el año que viene con la factura de la luz? Ya pagará el contribuyente de sobra los votos que se van a rifar a lo largo de estos meses. Así que prueben esta regla de tres: cuantas más promesas, más gorda será la cuenta a pagar mañana.

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