La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Taxi: ¿hay alguien ahí?

Desde el siglo XVIII del laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même (dejen hacer y dejen pasar, el mundo va solo) de los fisiócratas y "la mano invisible" de Adam Smith hasta hoy, se debate sobre los efectos positivos o negativos de la injerencia de los gobiernos en los asuntos económicos. De alguna forma esta cuestión late tras el enfrentamiento entre el sector del taxi (tan gravemente equivocado en su estrategia, incluidas las declaraciones de ayer del líder de Élite Taxi) y las VTC. Incluso podrían percibirse ecos de la revuelta ludita contra las máquinas en la Inglaterra de la Revolución Industrial, que el historiador Eric Hobsbawm definió como una presindical "negociación colectiva mediante disturbios".

¿Una oposición irracional e inútil al progreso? No del todo. En su ensayo de 1952 sobre los luditas Los destructores de máquinas Hobsbawm escribía: "Al trabajador le preocupaba, no el progreso técnico en abstracto, sino prevenir el desempleo y mantener el estándar de vida... No iban contra la máquina sino contra la amenaza que suponía el cambio en las relaciones sociales de producción... Dado el funcionamiento normal de una economía de empresa privada, las razones que llevaban a los obreros a desconfiar de las nuevas máquinas en 1810 siguen presentes en 1950". Y en 2019, añado.

No se trata, en este u otros conflictos, de oponerse al progreso técnico y económico, sino de ponerle límites, racionalizarlo y ordenarlo, no someterse a él como si fuera una fatalidad irremediable, un cataclismo natural, algo fuera de control a lo que hay resignarse. Todos, menos los neoliberales, sabemos que "el libre mercado, tal como se aplica en estos momentos, supone una violación de la Declaración de los Derechos Humanos" (David Harvey). Todos, menos los poscomunistas, sabemos que las alternativas radicales al capitalismo han fracasado generando opresión y muerte. Y todos, menos ellos, sabemos que sólo la socialdemocracia ha logrado armonizar libertades individuales, derechos humanos e igualdad en el marco de una economía capitalista. ¿La damos por perdida? ¿Las únicas y desalentadoras alternativas serían el neoliberalismo (antigua derecha, actuales PP y Cs), el socioliberalismo (antigua izquierda, actual PSOE) o los populismos que venden soluciones caducadas y fracasadas en un nuevo envoltorio? A todo esto, y volviendo al conflicto del taxi, ¿dónde puñetas está el Gobierno?

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