Letra pequeña

Javier Navas

Temores primarios

LA conducta de Ignacio Trillo es la de quien prevé que le queda poco en el convento. Trillo fue delegado de Medio Ambiente de la Junta en Málaga y un probable candidato a la Alcaldía de la ciudad, toda vez que artistas con más caché (Martín Delgado, Magdalena Álvarez) se habían caído de la cartelera. En realidad el interés de Trillo parece limitarse a salir en esos carteles, pues la posibilidad de desbancar de su banco a De la Torre es escasita. Otro que quiere ser alcalde moral… Pero ni eso. La organización del PSOE ha decidido asaltar el Ayuntamiento con María Gámez, delegada del Gobierno andaluz, y tampoco es que lleve muchas papeletas. Si no se vuelca la Tierra o algo parecido, las municipales serán un tedioso trámite para los socialistas, aunque sonrían en las fotos y digan que van a dar la sorpresa (a ellos mismos). A Trillo le da igual: quiere ser candidato y exige primarias, argumenta que si las hay para Madrid también ha de haberlas para Andalucía.

El hombre no podía haber escogido peor argumento. El Zapatero presidente hace lo que se le ocurre con la crisis nacional pero el Zapatero secretario general del partido no acierta más poniendo orden en el PSOE. Lo que le hacía falta ahora es que le venga alguien y le pise los callos a la madrileña. Madrid es la pesadilla para los que montan el tenderete socialista y Trillo pretende importarla al sur, como si fuera poco el carrerón que lleva el presidente de la Junta. Trillo reclama primarias y que Gámez no use su puesto institucional para lucirse como candidata. Pide que se sienten los dos y exhiban sus propuestas. María Gámez le habrá dicho que vaya sentándose él: ella está liada con la precampaña.

Lo de las elecciones primarias para elegir un candidato al poder tiene muy buena reputación: por aquello de la democracia interna. Pero la democracia interna en el PSOE es dudosa, como en el PP, incluso en IU. No es problema de los partidos sino del modelo de Estado. El sistema alemán, que ha inspirado el español, se pensó para evitar la resistible ascensión de otro chiflado carismático y para apuntalar unas formaciones sin arraigo entre la población: su mecanismo es menos asambleario que militar. El votante en España elige las siglas, no al candidato; y éste se pliega al programa diseñado por la dirección y el comité electoral. De las líneas maestras se ocupan otros, a él le basta quedar bien en los prospectos de propaganda.

Las primarias no se entienden como síntoma de democracia interna sino de debilidad; mentarlas a una ejecutiva es mentar la bicha. Hasta si Trillo ganara unas elecciones internas, el partido iba a salir perdiendo. Pero los periodistas se lo iban a pasar muy bien; y los rivales, no veas.

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