Como el instante de la votación es ese momento íntimo en el que el elector decide bajo su responsabilidad qué es lo que le interesa y deja de hacerlo quien convocó las elecciones, en un ejercicio de responsabilidad, la gestora del PSOE ha decidido tomarse la convocatoria del próximo congreso extraordinario sin pausas pero sin prisas.
Las prisas siempre han sido malas consejeras y nunca se puede estar seguro sobre qué votarán los militantes después de años de desafortunados consejos que no han hecho sino empeorar las cosas. Los tiempos en política siempre han sido una cuestión relativa y estos gestores, que piensan como Borges que el tiempo es la materia de la que hemos sido creados, han decidido darle tiempo al tiempo desde la certeza de que éste lo cura todo salvo la muerte, cuando no te entierra en vida.
El tiempo es su herramienta para que a Sánchez se le acabe la gasolina del coche y encuentre un lugar bajo el sol del que no le proteja la sombra del partido después de que en las agrupaciones se le recuerde lo mismo que a Gerardo Iglesias en el PCE. Al final, lo importante es que el tiempo ponga las cosas en sus sitio, aunque mientras que esto ocurra, no paren de moverse y brindar oportunidades al nacimiento de ideas tan felices como la de montar una oficina frente a la sede de la Comisión Ejecutiva Federal. Oficina que antes de ser un error estratégico, lo fue de cálculo temporal. El cálculo del tiempo necesario para hacer el camino de Santiago a la inversa hasta Ferraz para solicitar el alta en el PSOE, en vez del que se invierte en un paseo hasta la agrupación más próxima. El tiempo es el arma que debe permitir que Susana sea reclamada como lideresa de la candidatura de unidad por la parte vencedora. Triunfadora de este conflicto de trincheras en el que el reloj se ha detenido como en un Mannequin Challenge donde quien dé el primer paso será acusado de estropear el vídeo. De una guerra más centrada en la elección entre el posibilismo gestor y el populismo victimista, que en la tarea de construir un proyecto socialdemócrata adaptado a los retos de este siglo.
Al final, el tiempo desgasta hasta al propio tiempo, y de la pelea por el censo puede salir un partido con la mitad del actual. La esperanza, que es lo último que se pierde, radica en que aparezca alguien capaz de liderarlos a todos. Siendo una cuestión de tiempo, hace ya mucho que estos líderes no abundan.
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