Postales desde el filo

¡Tiempo!

Los partidos nacionales dejan de ser de nuevo adversarios para convertirse en enemigos obsesionados con destruirse

El pasado jueves se presentaba en nuestra ciudad el libro Anatomía del procés, en el que se analizan las claves de lo que sus autores califican como la mayor crisis de la democracia española. Algo que cuesta creer a tenor de los asuntos que han centrado la atención mediático-política del país en las últimas semanas. Lo cierto es que todas las dudas, fundamentadas o no, sobre másteres y tesis doctorales están consiguiendo reducir, a menos de cero, el escaso prestigio de nuestros dirigentes políticos. Habría que añadir que cierto periodismo tampoco le va a la zaga. No hay nada nuevo en el hecho de que los medios impongan la agenda política. Lo nuevo es que nunca la agenda había sido tan mediocre, por recurrir a un término suave, o que la telebasura imponga definitivamente su formato a la información política. Aunque esto último no sea tan nuevo. No es que pretenda quitar importancia a los presuntos fraudes académicos-políticos, lo que creo es que hay una desproporción entre el desmesurado interés mediático y la naturaleza de los hechos denunciados.

En el acto de presentación del mencionado libro se habló de la división del independentismo como una de las causas de la supuesta muerte del procés. Sólo que, desde el otro lado, parece que se responda con un deseo de división aún mayor. Los partidos nacionales de nuevo dejan de ser adversarios para convertirse en enemigos obsesionados con destruirse. A los secesionistas, por muy divididos que estén, les une al final un objetivo común al que ninguno renunciará. A la vista de lo que acontece, cuesta creer que pueda ocurrir lo mismo en el constitucionalismo. El voto de censura abrió una brecha difícil de salvar: tuvo el efecto de sacar al PP del Gobierno y descolocar a Ciudadanos, convertido hasta entonces en el gran protagonista y primer beneficiario del desgaste del PP. Tras la llegada de Sánchez al Gobierno los de Rivera no han sabido resituarse. Puede que ver tanto caladero de voto a la derecha y al centro les paralice como al asno de Buridán. El PP está en fase beta e intenta quitarse de encima a Ciudadanos mientras lanza toda su fuerza política y mediática contra Sánchez. En cuanto al PSOE bastante tiene con mantener los platos girando y en equilibrio. Este es el estado de la política cuando el país se enfrenta a la peor crisis de la democracia. Convendría, como en el baloncesto, formar una T con las palmas de las manos y pedir ¡tiempo!

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