Al punto

Juan Ojeda

Desde Tokio, con amor

DESDE Tokio, el presidente Zapatero -después de enseñarles a los chinos lo que es la productividad- les ha mandado una declaración de amor en toda regla a los amigos del PNV. Les ha propuesto, nada más y nada menos, que mantener relaciones estables por lo que queda de legislatura. Hombre, no es que sea como decir para la eternidad, como en las bodas de antes, porque tampoco queda tanto de legislatura, pero algo es algo. Lo que quiere el presidente, si uno lo ha entendido bien, es como un noviazgo formal y no un rollo de una noche parlamentaria. O sea, que si los vascos, los vascos del PNV, le ayudan a sacar adelante los presupuestos del próximo año, no quiere que quede la cosa en un aquí te pillo, aquí te voto, sino que se trata de consolidar una relación seria y estable. ¡Qué bonito!

La cosa no se merece menos, porque si el PNV le presta su apoyo, supone esto mucho más que el aprobar los presupuestos, puesto que no se vería Zapatero en la necesidad de convocar unas elecciones generales anticipadas, con la que está cayendo, y tan gran favor lo cierto es que merece una recompensa. Claro que hay muchos que piensan que los nacionalistas vascos van a cobrar por anticipado, o eso se dice, con un sensible aumento en las transferencias competenciales y el techo de autogobierno, que es donde está el meollo. Pero resulta que el PNV no gobierna en el País Vasco -sí en las diputaciones, que ya es bastante- sino que es el PSOE, con el apoyo parlamentario del PP. Así que muchos piensan que, o los peneuvistas son muy generosos, al pedir para otros, o es que piensan volver pronto al poder y se están preparando el terreno. Por supuesto, que también hay que tener en cuenta el descoloque que todo esto le produce a Patxi López.

Así está la cosa de Madrid para arriba, pero también esto afecta, y mucho, a los de Madrid para abajo. Porque del PNV depende que haya, o no, elecciones generales anticipadas. Si el romance se consuma, bien en su versión rollete pasajero, o en la de noviazgo formal, agotaremos la legislatura. Pero si el flirteo no cuaja, habrá elecciones anticipadas. Si eso ocurre y, como se da por sentado que Griñán no va a disolver el parlamento autonómico, para unir su suerte a la de Zapatero, Andalucía se encontraría con un panorama electoral inédito desde 1990, que fue la última vez que los andaluces fuimos convocados a las urnas en solitario. Eso no estaría nada mal para variar, porque las estrategias, los mensajes y los escenarios serían totalmente distintos. Y más morbo tendría si, como predicen las encuestas, ha habido cambio de signo político en el Gobierno nacional.

De momento, nos quedamos con lo que ha dicho Zapatero, desde Tokio, con amor.

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