La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Tolerantes a pedradas

En nombre de la tolerancia se adopta una actitud intolerante, violenta y antidemocrática

No comparto los modos y eslóganes de Hazte Oír, pero tienen derecho a decir lo que dicen. Atacar el autobús a pedradas rompiendo sus cristales es un bárbaro, primitivo y totalitario ataque a la libertad de expresión. Lo que no vulnera las leyes puede ser dicho en el espacio público. Desde la izquierda extrema incluso se defiende -ignorando el peligro yihadista- que se cambie la Ley para que no se penalice la exaltación del terrorismo y la ofensa a sus víctimas, mientras las sentencias interpretan como libertad de expresión que se entre con las tetas fueras y blasfemando en una capilla o que se hagan chistes sobre el Holocausto, y Unidos Podemos se solidariza con los cobardes que apalean a dos guardias civiles y sus novias.

Sin embargo, el Ayuntamiento de Sevilla declaró non grata la presencia del autobús y la consejera de Igualdad y Políticas Sociales de la Junta fue más lejos al instar al autobús a "coger la carretera y salir del territorio andaluz" porque esta "asociación de ultraderecha" no puede "venir a provocar, que es lo que está haciendo". Que los de Hazte Oír hayan cambiado su agresivo eslogan por el más moderado de "Respeto para todos. No al bullying" no importa. En nombre de la tolerancia se adopta una actitud intolerantemente violenta y profundamente antidemocrática.

Me repugna tanto la extrema derecha como la extrema izquierda, los partidos neofascistas como EH Bildu; pero si están legalizados tienen derecho a expresarse sin ser atacados. Que la autoridad municipal y autonómica se sume a este ataque a la libertad de expresión es preocupante. ¿Cómo se atreve la consejera a decir desde una institución que nos representa a todos que cojan carretera y salgan del territorio andaluz? Esto no se le dice ni tan siquiera a los asesinos etarras y sus cómplices.

Dicho sea mientras hay que soportar que se conceda un permiso para visitar a su padre anciano al asesino de Miguel Ángel Blanco, Gregorio Ordóñez, José Ignacio Iruretagoyena, José Luis López de Lacalle, Fernando Múgica, Fernando Buesa y su escolta Jorge Díez, además de ser cómplice de los asesinatos del jefe antiterrorista de San Sebastián Enrique Nieto, el policía municipal Alfonso Morcillo y los guardias civiles Irene Fernández Perera y José Ángel de Jesús Encinas. Suerte que tiene: los hijos y nietos de los asesinados por Txapote sólo pueden visitar tumbas. Pues ni siquiera este asesino no arrepentido debe ser apedreado.

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