Él (De la Torre) sigue

Un error periodístico fue considerar que pertenecía a la especie que considera que hay vida después del trabajo

Amediados de los 70, ya del siglo pasado, en plena Transición, en la España con dos cadenas de televisión y todavía lejos del boom del color que llegó de la mano del Mundial de fútbol de 1982, un concurso arrasaba las noches de los sábados. Su protagonista era Felipito Takatún, que popularizó una frase que los españoles repetían un par de generaciones después. Después de superar múltiples obstáculos, cuando al aspirante se le daba la oportunidad de recoger las ganancias o regresar a la semana siguiente. La respuesta siempre era la misma: "Yo sigo". El cómico argentino Joe Rígoli, que murió hace cuatro años, pudo rentabilizar mucho tiempo aquella frase.

En enero de 1976, Francisco de la Torre era un funcionario de la Administración como ingeniero agrónomo. Y desconozco si entre sus aficiones figuraban la de sentarse delante de la pantalla para ver las andanzas de Felipito. Su afición por la televisión, al menos ahora, es nula. Pero ya entonces había probado las mieles de la política como presidente de la Diputación de Málaga en 1971, en la etapa de la Dictadura. Después su balance de acierto, a la hora de elegir partidos para su trayectoria política en democracia no es muy recomendable. Pero Celia Villalobos lo rescató de las labores burocráticas en 1995 para que fuera su concejal de Urbanismo.

El primer error que cometidos los periodistas, cuando De la Torre alcanzó la Alcaldía de Málaga en 2000, fue tacharlo de hombre gris y sin carisma. La comparación con su predecesora permitía esa veleidad. El aludido se ha encargado durante casi dos décadas de refutar esa percepción. Así que le hemos visto estos años con chupa de cuero sobre una Harley Davidson, con traje de excursionista en la cueva de la Pileta, deslizándose por un tobogán, desafiando la pruebas de resistencia de su casco sobre una bicicleta de competición BMX, dando brazadas en la travesía del puerto o soltando el brazo con una raqueta de pádel. Como conductor de autobús, oteando el horizonte desde la grúa de la escala más alta de un camión de bomberos ... Y no nos ha dado una exhibición como stripper, porque no ha presentado los espectáculos de cabaret que aterrizan en Málaga. Pero si es necesario para la promoción turística, como ha ingeniado esta semana Zaragoza, lo hará.

El segundo error periodístico fue considerar que pertenecía a la especie humana que considera que hay vida después del trabajo y sueña con jubilarse a los 65. Y hemos consumido más de una década pidiéndole en cada entrevista que fijara la fecha de su adiós. Así que somos cómplices de que acabara con la fauna de delfines en la bahía de Málaga para que descifráramos su respuesta. Sin duda estamos ante una leyenda que deja en pañales al mismísimo Takatún.

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