¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Tortilleros

El PP vive estas elecciones andaluzas con especial angustia, más después de la encuesta del CIS difundida ayer

Aunque se le suele atribuir a Pablo Juliá, la legendaria foto de la tortilla la realizó Manuel del Valle. Eso sí, disparó con la cámara del que terminaría siendo director del Centro Andaluz de la Fotografía. Años después, Manuel Chaves y Miguel Ángel Pino se dieron un garbeo por los pinares de Puebla del Río intentando localizar el lugar exacto donde se produjo una instantánea que alguno, con deliciosa ironía, ha comparado con Le déjeuner sur l'herbe (Almuerzo sobre la hierba) de Manet. Fue en vano porque el paisaje estaba irreconocible, probablemente como el alma de todos aquellos que posaron desenfadadamente para una imagen, en principio intrascendente, que fue tomada un soleado día de primavera de 1974 y que acabaría ilustrando los manuales de Historia.

En una acto electoral con tintes surrealistas, el candidato popular, Juanma Moreno, se plantó el pasado martes en la pineda de la Puebla para denunciar la "traición" de los socialistas al espíritu de los tortilleros, que es algo así como decir que el PP ha olvidado los principios de Arias Navarro. Bendita felonía, porque exceptuando a un tipo muy concreto de cándido inofensivo -otros no lo son tanto-, no conocemos a ninguna persona decente que no haya asesinado sus ideales de juventud, por lo general extremosos, ingenuos y peligrosos para el prójimo. Sólo los que no tuvieron ningún tipo de pasión política durante sus años mozos -opción que no tiene nada de censurable- pueden reprochar la mudanza de los ardores juveniles a la sensatez de la madurez. Si tanto los socialistas pasados como presentes hubiesen mantenido la ideología marxista y revolucionaria que tremolaba el PSOE antes de Suresnes, y hubiesen alcanzado el poder -algo improbable-, España sería hoy un híbrido entre Venezuela, Cuba y China. Es decir, una dictadura socialista con su consiguiente rastro de tiranía y miseria. Ya lo hemos dicho: santa traición.

La tortilla revisitada es una simple anécdota, un acto electoral fallido que pronto se disolverá en el olvido, pero deja muy claro el nerviosismo de un PP que vive estas elecciones andaluzas con especial angustia, más después de la encuesta del CIS difundida ayer, que apuntan al sorpasso nacional de Ciudadanos. No debe ser fácil ser candidato -Juanma- cuando tu jefe -Casado- afila indisimuladamente el hacha para decapitarte al menor tropiezo.

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