postales desde el filo

José Asenjo

Transfiere

ESTA semana, organizada por el Palacio de Ferias y Exposiciones, se ha celebrado en nuestra ciudad Transfiere, 1º Foro Europeo para la Ciencia, Tecnología e Innovación. Según Felipe Romera, presidente de su comité organizador, se han cubierto ampliamente las expectativas y ha ratificado a Málaga como ciudad que "lidera la innovación en Andalucía". Resulta gratificante, en estos tiempos de derrotismo, asistir al encuentro de 180 firmas, líderes del ámbito español de la I+D+i, con 360 grupos de investigación de siete sectores diferentes de todo el país.

Hablando de pesimismo, Rajoy pronosticaba en su comparecencia parlamentaria del pasado miércoles que en 2012 nos aproximaremos a los seis millones de parados. No dudo del rigor de su afirmación, pero el país no lo ha votado para que haga de analista económico. No es que yo crea que los ciudadanos prefieran que su gobierno les mienta diciéndoles que les ama, como Sterling Hayden suplicaba a Joan Crawforf en Johnny Guitar. Pero cuando un presidente del gobierno hace un anuncio de esa naturaleza, lo que se espera de él es que a continuación desgrane un plan que active todos los mecanismos que tiene a su alcance para evitar la catástrofe. Algo más que esa durísima reforma laboral con la que el presidente y su ministro de Economía se pavonean indiscretamente ante sus colegas europeos. Como advirtió Nouriel Roubini en Davos, Europa está haciendo exactamente lo que necesita para entrar en recesión. Como nuestro aplicado gobierno que también confía ciegamente en el carácter expansivo de la contracción del gasto público. Algo así como el milagro de los panes y los peces según el evangelio de San Milton Friedman.

La importancia de eventos como Transfiere radica en que nadie duda que el desarrollo tecnológico es la base imprescindible para generar en nuestro país un nuevo modelo productivo. Es verdad que la innovación tecnológica se asocia al individualismo, la meritocracia, el espíritu emprendedor, la excelencia universitaria, el esfuerzo en investigación y la creatividad. Sin embargo, no menos decisivo fue, en su origen al menos, el papel del sector público. Es muy probable que lo que hoy representa Silicon Valley no hubiera sido posible sin los generosos presupuestos de los programas armamentísticos y espaciales estadounidenses, que a mediados del pasado siglo (en plena guerra fría) se convirtieron en grandes demandantes de investigación y tecnología. Aquello hizo posible la formación de la masa crítica necesaria para alumbrar un fenómeno sólo comparable, por su poder de transformación social y económica, a la Revolución Industrial. Tampoco hay que olvidar la inteligente visión de la universidad de Stanford, que ya en los años cincuenta puso en marcha un programa de transferencia de tecnología que atrajo a importantes empresas e incluso creó su propio parque industrial. Conviene recordarlo cuando el sector público se ha convertido en el enemigo a batir.

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