Uno no sabe muy qué pensar cuando escucha a los primeros responsables de la administración pública llamando la atención sobre los problemas de masificación que pueden derivar del crecimiento del turismo en Málaga. En las últimas semanas parece haberse puesto de moda esta reflexión entre consejeros, delegados y ediles: esto del turismo es una maravilla, pero, ojo, que se nos puede ir de las manos. Hasta el alcalde, Francisco de la Torre, que ya es decir, apuntó hace unos días que habría que seguir de cerca los riesgos de la masificación para evitar males indeseables. Luego, claro, no pasa nada: llega Fitur y ahí que va todo el mundo a presumir de atractivos y vender la mercancía, a comer pescaíto, a hacerse fotos y a cerrar negocios, que de eso se trata. No seamos lerdos: el año se pasado se batieron todos los récords y la provincia ingresó 14.000 millones de euros a cuenta de los guiris, con lo que el gasto ahora de un millón y medio (un 50% por ciento más que el año pasado) para lanzar el cebo al turismo nacional parece una bagatela en comparación. Nadie en su sano juicio va a poner semejante filón en peligro. Pero, insisto, uno no sabe qué pensar. ¿De verdad se están cayendo del guindo ahora, o tiran de chufla para animar el carnaval? ¿Qué clase de arcano, qué oráculo, qué advertencia de los hackers rusos, qué carta del tarot, qué estrellita de Belén ha revelado a nuestros líderes que lo de la masificación podría traer cola y llevar el asunto a una situación de riesgo peliagudo? ¿Debemos quedarnos tranquilos cuando dice De la Torre que hay que seguir el fenómeno de cerca, no os preocupéis chicos que ya vigilo? Mientras tanto, Elías Bendodo anima la fiesta en su función de presidente de Turismo Costa del Sol al afirmar que el mismo turismo nacional "no tiene techo" y hay margen de crecimiento "si lo hacemos ordenadamente". Es decir: ancha es Castilla, no hay tope, todo nuestro camaradas, a por ellos, pero vamos a hacer como que nos preocupa el orden para que no se diga. Nada como hacerse los remilgados y los tecnócratas para parecer virtuosos.

De acuerdo, aceptemos entonces que a nuestros responsables políticos le preocupa la masificación que ocasiona el turismo en Málaga. Entonces, ¿qué medidas van a tomar? ¿Qué programas van a ponerse en marcha? Porque la única política que parece digna de aplicación es el cuanto más mejor, sigamos engordando la vaca hasta que estalle. No ha habido, creo, ni una sola propuesta para garantizar ese orden del que habla Bendodo. Está bien que los políticos se preocupen, pero no se les paga para eso. La cuestión es que, mientras siguen dispuestos a seguir de cerca el asunto, míralos que cuidadosos, en la capital ya es imposible alquilar un piso con una renta normal porque los apartamentos turísticos han devorado el espacio, con lo que supone esto para muchas familias. Pero no hay medidas ni soluciones, ni siquiera debates. Nada, entonces: parece que con que estén pendientes ya está todo resuelto. Cuando nos hayamos ido todos y Málaga se haya quedado vacía igual caen en la cuenta. Uf.

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