EN un mismo telediario se daban dos noticias, aparentemente sin conexión. Una era que en los transportes de órganos donados se está prefiriendo el tren al avión, en concreto el AVE, allí donde está conectada la línea de alta velocidad entre los puntos de origen y destino. Con independencia de que en tiempo real se tarda prácticamente lo mismo que si el transporte se realiza en avión, el tren permite programar la operación de extracción con antelación. Así nos lo contaba ese telediario, con el ejemplo del órgano transportado en el AVE, en un tiempo que garantiza el éxito de su trasplante. La segunda notica es que el Gobierno se hace cargo de la rebaja del 50 % que se hace en determinadas autopistas de peaje a los transportes pesados, con objeto de incentivar el uso de las mismas y disminuir el tráfico en las carreteras convencionales. Con independencia de si el descuento debía de ser mayor, incluso gratis total, la medida parece muy conveniente, incluso rentable, si se piensa en el ahorro de costos de toda índole.

Ahora, a propósito de la negativa de Grecia a someterse a más recortes, que le impone la UE para seguir gozando de su ayuda, yo pensaba que, gracias a sus ayudas, los españoles hemos podido disfrutar de la alta velocidad y de autopistas y autovías, dos lujos que con nuestro PIB no nos podíamos permitir y que países más ricos no disfrutan. Estas ayudas, muchas a fondo perdido y otras en concepto de préstamo, con intereses soportables, las hemos recibido porque hemos cumplido con el mínimo de condiciones que nos exigían, y aunque le ha costado al partido del Gobierno muchos votos, hemos acreditado ser buenos cumplidores y no nos negarán nuevas ayudas.

En el referéndum de Grecia las posturas estaban previamente definidas, según ideologías de cada uno. Curiosamente la socialdemocracia europea no ha visto con buenos ojos el referéndum griego. La deuda griega asciende a 320.000 millones de euros y el FMI dice que es impagable y, aun así, está dispuesto a ampliar plazos y bajar intereses, pero, en ningún caso, proceder a una quita. España le tiene avalados, no prestados, 16 mil millones de euros. Ambos países compiten en turismo. Allí el IVA que se factura por esas actividades es del 13%; aquí del 21%, pero dicen que no pueden subir el suyo, porque iría menos gente. Ahora que tan de moda está lo de "sí se puede" debían de hacer un esfuerzo, para poder, poder.

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