Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Vacunar al Gobierno

Si los gobernantes se inoculan públicamente la AstraZeneca evitarían la desconfianza ciudadana

Es natural la desconfianza de los ciudadanos en todos los ámbitos -sanitarios, económicos, sociales- cuando han sido ellos los afectados por la cruel pandemia, mientras los gobernantes le transmitían constantemente inquietudes, medias verdades, rectificaciones, mentiras comprobadas -hasta son incapaces de ponerse de acuerdo en la cifra de fallecidos, desde los más de 74.000 del ministerio de Sanidad, a los 100.000 del INE-, con un desfile de políticos, expertos oficiales u oficiosos -Fernando Simón es paradigma de estos bailes macabros-, contradiciéndose o valorando equidistantemente consecuencias y consejos, desde las multitudinarias concentraciones, a las mascarillas, antes del confinamiento domiciliario. La única esperanza era la ansiada vacuna y cuando ha empezado a llegar ha venido ligada a la polémica sobre una marca en concreto, AztraZeneca, en principio autorizada hasta los 45 años, con preferencia a enseñantes, fuerzas del orden, bomberos, etc. Después vino una sorprendente paralización, cuya orden llegó mientras los sanitarios estaban vacunando, por posibles efectos secundarios -varios países también la prohibieron-, y ahora, con el visto bueno de las autoridades sanitarias europeas y españolas vacunarán con ella hasta los 65 años.

La vacunación masiva es necesaria y urgente y, según los estudios mencionados, los beneficios de AstraZeneca son superiores a los minoritarios efectos adversos. Hay que creer a los expertos, pero como la inquietud existe, si los gobernantes se inocularan públicamente la AstraZeneca evitarían la desconfianza ciudadana. Una cosa es 'colarse' en las listas de espera, y .otra dar ejemplo. Lo han dado dirigentes políticos europeos, entre ellos el propio Boris Johnson, y otros mandatarios, incluyendo a responsables de los ministerios sanitarios. Así que no duden. Aunque la población no les preste la confianza inmerecida -me he referido al esperpento político y a la comedia bufa que soportamos en plena pandemia- tienen la mencionada obligación ejemplarizante y a falta de vacunas contra la mentira, la corrupción, el afán desmedido de poder y sillones que eviten la obscenidad política de las últimas semanas, al menos muchos se sentirían más seguros compartiendo con sus gobernantes la AstraZeneca.

Otro día hablaremos de las discriminaciones vacacionales de Semana Santa. Mi hija y nieta no podrán venir de Ciudad Real a vernos -en la calle, por supuesto- ni siquiera pueden ir a Madrid, adonde llegan millares de jóvenes franceses a emborracharse los fines de semana. Tampoco mis nietos granadinos y sus padres pueden ir a su segunda residencia de Almerimar. Esas son las incoherencias de las 'autoridades enanas' que tenemos. Al menos, que las veamos vacunarse con AstraZeneca.

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