Valle

¿Qué final le hubiera aguardado a Valle cuando hubo llegado, a la manera de Rimbaud, "el tiempo de los asesinos"?

Mañana, víspera de la Epifanía de los Reyes Magos, se cumplirán ochenta y un años de la muerte de Valle-Inclán, aquel "don Ramón de las barbas de chivo" que cantara, con la flauta de Pan y un coro modernista, Rubén Darío. Quiere esto decir que Valle, devorado por el cáncer, muere sólo unos meses antes de que prendiera aquella gran devoración de julio del 36, en la que los españoles ardimos como una zarza bíblica. Tantos años después, uno se pregunta qué hubiera sido de Valle-Inclán en aquella hora de España, habida cuenta de que Valle fue un escritor impar cuya ideología osciló desde un carlismo inicial a un temperado azañismo, que no excluyó ni la proximidad a Lerrox ni un abrupto anarquismo de naturaleza estética. Con esa vacilante adscripción política, ¿qué final le hubiera aguardado a Valle cuando hubo llegado, a la manera de Rimbaud, "el tiempo de los asesinos"?

Ya sabemos que especular con la historia es falsearla de un modo radical y ocioso. Todas esas novelas que se preguntan qué hubiera ocurrido si Elvis no hubiese muerto, parecen despreciar aquello que nos concierne; vale decir, cuanto ocurrió realmente. Sin embargo, es legítimo preguntarse qué hubiera sucedido con un hombre al que todas las facciones podrían haber llamado, en algún momento, su adversario. Yendo más allá de Valle, es fácil suponer cuántos españoles murieron por mano airada, gracias a una delación de este tipo. Quedándonos en don Ramón, sólo alcanzaremos a entenderlo (y a comprender la magnitud del drama), si aceptamos que un hombre puede pensar una cosa y su contraria, sin que por ello deba encontrar la muerte contra la cal de unas tapias. En el caso de Valle-Inclán, se añade su primacía literaria (Lorca, genio burgués y un punto provinciano, leyó mucho y bien el teatro de Valle); no obstante, dicha distinción no modifica la ominosa realidad de la guerra. Y en menor grado, cuando se trata de una guerra entre vecinos.

Es probable que Valle, en caso de vivir, se hubiera marchado al exilio o, más sencillamente, se hubiera acomodado en alguno de los dos bandos. Un cáncer de vejiga nos libró de resolver esta incógnita. En el XX español, y aun en el europeo, no hay escritor más grande y más complejo. De modo que quienes lo reclaman como suyo, acaso pequen de optimismo. Valle-Inclán fue sólo de Valle-Inclán. En su escritura, es un escalofrío estético, una modernidad radical e impura, la heráldica pasada por el lumpen, aquello que prevalece y que nos llama.

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