SE necesitan mujeres entre 20 y 40 años, con fines matrimoniales, para pueblo del Pirineo Aragonés". Eso decía el cartel con el que los vecinos de Plan (Huesca) pusieron en marcha eso mismo, un plan, para acabar con su soledad y cortar la hemorragia de despoblación de su municipio. Y de paso, para comerse una rosca.

Eso fue hace veinticinco años. La idea surgió del alcalde y una docena de convecinos de Plan, tras una noche de tedio y cervezas, una más, comentando la película que acababa de emitir la mejor televisión de España en 1985 -la Primera, la única, TVE-, a la sazón Caravana de mujeres, de William Wellman, rodada en 1951 y protagonizada por Robert Taylor poco antes de denunciar a sus colegas rojos durante la caza de brujas.

En Caravana de mujeres las damas se dirigían al encuentro de los hombres en el Oeste americano. En la caravana surgida de aquella noche tediosa y viril de bebida y sueños eran invitadas a dirigirse al norte español, al Pirineo de Huesca. Muchas mujeres de toda España llamaron al teléfono de contacto -el del bar, de ocho a diez de la noche- y treinta y tres acabaron formando la primera caravana, recibida con el previsible jolgorio por los mozos de Plan y de los pueblos cercanos. Luego hubo otras caravanas en otros sitios, pero el genuino plan comenzó en Plan. Hace veinticinco años.

La mayoría de las 33 valientes encontraron allí su media naranja. No tuvieron que desafiar a indios y cuatreros, sino a una sociedad acomplejada y transida de tabúes -y también a sus propios miedos-, pero lograron su objetivo, al igual que los solteros locales: el que no terminó casándose pudo bailar, divertirse y conocer mujer, en sentido bíblico o no. En cuanto al objetivo demográfico, Plan consiguió estabilizar su población. Ahora son 220.

Hoy sería impensable una caravana de este tipo. Más que nada, porque la sociedad ha cambiado estruendosamente. Las relaciones entre los dos sexos -o los que haya- son por fortuna más libres y nadie necesita de iniciativas colectivas para desinhibirse en materia erótica. El soltero y la soltera han dejado, por otra parte, de sufrir el estigma de otros tiempos (sobre todo la soltera). Hoy la soltería es una opción vital tan prestigiosa como cualquier otra, que muchos hombres y muchas mujeres deciden de forma voluntaria y en uso de su libertad individual. Nos casamos menos, es evidente, y estadísticamente constatable, y la soledad ha dejado de ser forzosamente un castigo para convertirse en una forma de vivir que, como todas, tiene sus ventajas y sus inconvenientes.

No hace falta ninguna caravana de Plan, pero aquellos pioneros se merecen un homenaje: hicieron felices a mucha gente que parecían condenados a la desdicha de la soledad obligatoria.

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