LA vergüenza por el espectáculo del último Pleno del Ayuntamiento de Málaga, aunque nadie oficialmente ha levantado la voz, también la han sentido algunos concejales del equipo de gobierno del PP. De la Torre ha puesto el listón muy alto. Primero al permitir permanecer en la sala a mujeres ataviadas de plañideras, que exhibieron carteles en los que descalificaban al PSOE y a un medio de comunicación. Luego con su comportamiento pasivo ante las imprecaciones que recibió la oposición de algunos de los integrantes de los grupos espontáneos de apoyo al concejal de Urbanismo, Manuel Díaz. Será difícil que el regidor, a partir de ahora, tenga autoridad moral para expulsar del Pleno, por ejemplo, a alguien al que le apetezca ir vestido de Superman o impida que algún vecino pueda mostrar con carteles descalificadores el desacuerdo con su gestión. La solemnidad que debe presidir las sesiones donde se debaten los asuntos de la sexta capital de España quedó ayer trufada por el esperpento. De la Torre debería reflexionar. Así se deteriora rápidamente la imagen de una ciudad y la suya de teórico político serio.

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