En la vida de topo bajar la basura es una rutina emocionante. Cualquier calle en esas nocturnidades desiertas parece un escenario de Walpurgis. Las lucecitas, como la alegría se adivinan colgadas al fondo de la oscuridad. En esas horas de confitamiento relleno se pueden advertir recicladores en furgonetas que merodean, peinando los restos del vecindario acomodado. Más en estos días de reformas caseras y adaptación de la covidchuela. Las cubas de escombros y contenedores en los que se desecha el mobiliario vivido se expurgan en minutos. Todo lo que pueda tener un ápice de valor se volatiliza. Unos liberan trastos para respirar más metros cuadrados y otros mercarse unos euros para seguir tirando. Los hogares se han convertido en aulas, oficinas, cines, enfermerías y psiquiátricos.

Todo bajo el mismo techo, ahora contrachapado de espumillón. Con este belén montado tras el puente de la Constitución se aproxima otro día de elecciones. El 16 de diciembre están de votos en el muy Ilustre Colegio Territorial de Administradores de Fincas de Málaga y Melilla. Van a vacunarse por cuatro años con una junta directiva nueva. Unos comicios competidos a los que acuden dos candidaturas. Manuel Jiménez Caro junto a otros once profesionales encabeza la iniciativa "El Colegio es de todos". He de comentar que conozco al personaje.

Manu es buen amigo, mejor persona. Gente de fiar. Permítame que sea subjetivo. Manuel es un hombre tranquilo como el protagonista de las películas de John Ford. Sólo tiene que mirarle a los ojos. Azul que sonríe transparente con un fondo melancólico. Trabajador. Empresario de muchas nóminas que se ha hecho así mismo, de carácter bonachón. Padre de familia. Está en la experiencia y en la edad. Le cuadran las cuentas. Ahora su empeño es servir al Colegio de Administradores de Fincas de Málaga y Melilla, dejarse la piel por una profesión a la que ama cuya reputación está en horas bajas. Son tiempos de y para valientes. Nos queda mucho túnel todavía. La convivencia entre familias se cimenta en la comunidad de vecinos, por eso es importante que la presidencia del Colegio de Administradores de Fincas esté en manos competentes que sepan guiar con ejemplo e ilusión. Nos hemos acostumbrado a tragar. La transparencia y el aire fresco es necesario para salir de esta vida de topos ciegos voluntarios porque no queremos complicarnos la vida y mirar más allá.

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