Vivo en el centro de Málaga por elección. Me gusta ir andando al trabajo, me gusta la comodidad de tener una amplia oferta de ocio cerca y me gusta ese ambiente de barrio de algunas de sus calles. Hace nueve años que me mudé a esa zona y nunca me he arrepentido ni me he planteado marcharme, a pesar de que todo mi entorno apostaba a que cuando tuviera hijos lo haría.

No ha sido así y, aunque los vecinos del centro parece que no tenemos derecho a determinadas infraestructuras urbanas tan laureadas en otros barrios como dignos parques infantiles, sigo apostando por quedarme. Por ahora al menos porque últimamente tengo la desagradable sensación de vivir de prestado en mi propio barrio. Y sí, pese a todo, el centro es un barrio donde aún intentamos vivir algunas familias.

Y digo intentamos porque desde luego no nos lo ponen demasiado fácil. No teníamos bastante con el ocio nocturno, que a mi por suerte no me afecta pero al que pienso que hay que poner coto sí o sí, sino que ahora somos víctimas de una plaga llamada turismo que ha ocupado cada rincón del que insisto es un barrio en el que aún hay quien reside.

Ya no es que vengan turistas al centro, eso ha ocurrido siempre. Es que ahora todo está enfocado para ellos. Absolutamente todo. Hasta mi propio edificio está plagado de apartamentos turísticos, todos ellos ilegales por supuesto. Ya cuesta ir a tomar una cerveza, salir a cenar, comprar en el supermercado de la esquina o pasear por determinados sitios en los que hordas de turistas buscando el barateo han terminado haciendo suyo nuestro barrio. Y todo eso sin que parezca importarle a nadie.

En esta ciudad en pos del turismo lo que sea. Que nos quedamos sin calles para transitar porque hay que colocar mesas y sillas para dar de comer a los turistas se permite, que se encarece todo porque hay que aprovecharse del visitante se consiente, si en un supermercado te encuentras a turistas comprando en bañador se autoriza y si un barrio emblemático como el centro se convierte en un parque temático turístico se aplaude.

Fenomenal visión de futuro por parte de quienes deben controlar esta situación. Sigamos explotando a la gallina de los huevos de oro, sigamos permitiendo que los hosteleros, hoteleros e improvisados empresarios turísticos se adueñen del centro, sigamos haciendo de Málaga un centro de ocio al uso y sigamos dejando que se despueble de sus verdaderos vecinos porque llegará un día que tanto libertinaje nos reviente en la cara y entonces a ver qué va a ser de nosotros.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios