Voll-Damm

Entiendo que es más oportuno centrar mi reflexión en la inexistente réplica de la oposición

Reconozo la galbana que me produce contraargumentar al alcalde de Málaga. Dios me guarde (D.m.g.) de ser la oposición. Pero en mi defensa diré las mismas palabras que dediqué al entonces concejal de Urbanismo, Francisco Pomares, cuando amablemente acudió a mi relevo como decano del Colegio de Arquitectos. Lamenté entonces haber disentido a menudo, pero le pedí que me concediera que es más probable discrepar con quien propone con asiduidad que con quien calla de forma habitual. Por esa razón, y pensando que el próximo domingo deberá ser un placer encontrar a nuestro regidor y su actual concejal de urbanismo en la presentación del cartel del concurso de albañilería de la Peña el Palustre, entiendo que es más oportuno centrar mi reflexión en la inexistente réplica de la oposición, que en la tribuna que publicó el domingo pasado sobre el futuro parque de Repsol.

Y es que, si yo fuera la oposición (y D.m.g.), desde un razonamiento puramente científico, empezaría por cuestionar la validez de las hipótesis de partida en las que fundamenta que, construyendo 40.000 metros cuadrados de oficinas y 1.332 viviendas, ahorraremos 1.146 toneladas de CO2 al año. Primera ¿de dónde sacamos que las 5.000 personas que trabajarán allí, si no lo hacen, se irán al Parque Tecnológico? Segunda; si la familia media tiene 2,5 miembros, para que 3.000 personas vayan a trabajar a PTA, o tienen que ir todos los habitantes de las 1.332 viviendas o se tiene que sumar los vecinos de alrededor. Cuarta. ¿Cómo quedan las cuentas si los trabajadores del Parque viven en Alhaurín y los que van trabajar allí vienen desde el Palo? Claro que, si fuera oposición (y D.m.g.) también le peguntaría por qué no incluye en la ecuación las emisiones de CO2 provocadas por la construcción de los edificios y su vida útil. Y si ya fuera una feroz oposición (D.m.g. aun más), por qué, siguiendo el razonamiento expuesto y a semejanza del resto de la carretera de Cádiz, no construimos en el 100 por 100 de los terrenos.

Si yo ejerciera de oposición, en ningún momento se me ocurriría discutir las virtudes de la mezcla de usos en el suelo urbano, que están fuera de toda duda. Preguntaría, eso sí, por qué ese uso residencial se ha puesto dónde se planificó un parque y no se concentró justo al lado, en el polígono San Rafael o en la cera de enfrente de Juan XXIII. Pero como gracias a Dios no lo soy, me lo tomaré con calma y abriré una Voll-Damm.

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