El aforamiento nos hará libres

¿Acaso piensa Pablo Iglesias que todo esto no se lo va a pasar el PSOE al cobro?

Decía aquella famosa letrilla "… del cariño al olvido solamente hay un paso …". Algo así deben estar pensando los simpatizantes de Podemos cuando recordaban, no hace tanto tiempo, a su líder luchar contra los privilegios de la casta, y hoy defender con uñas y dientes esos privilegios para si mismo.

Los magníficos sueldos públicos que entran en casa, y esa casa que es la envidia del vecindario en dimensiones y seguridad, han llevado al olvido todos los principios para alguien que vive obnubilado por su cargo. Recordemos que toda la lucha contra los aforamientos nació para que, ni reyes, ni presidentes, ni nadie de la casta política tuviera un juicio en condiciones mejores que cualquier otro ciudadano. Pero ahora vemos como se nombra Fiscal General a una exministra del gobierno que a su vez elige a su mano derecha para hacer la defensa del caso Dina. Y en paralelo se está tratando de modificar las leyes para que el tribunal supremo se elija por mayoría simple, y no por mayorías cualificadas, pudiendo obtener a los jueces más adecuados a los problemas que no deja de provocar este gobierno Frankenstein. Y por último, y si fuese necesario, se indultaría a los lideres del supremacismo catalán y al vicepresidente del gobierno por la misma vía.

Pero, lo más grave del asunto, no es sólo el espectáculo que están ofreciendo como casta absolutista, sino la gran duda que surge ¿acaso piensa Pablo Iglesias que todo esto no se lo va a pasar el PSOE al cobro? Es evidente que sus correligionarios sí que lo han pensado, y están temblando con las consecuencias. Hace ya años que otros partidos incurrieron en los cargos, el lujo y el oropel que les ofrecía un pacto con los socialistas. E inmediatamente después fueron fagocitados y desaparecieron para siempre del panorama político español.

Por eso estas cosas del caso Dina, y el proteccionismo machista que encierran, son los resultados que provoca el verse intocable. Si se hubiera optado por seguir un juicio normal, por no insultar ni amenazar a través de las jaurías afectas y por no imponer la decisión judicial cuando uno no es jurista, muchos seguirían creyendo que aún queda algún político fuera de la casta. Pero curiosamente el aforamiento era el último de los privilegios que le quedaba por disfrutar, de todos los que juró eliminar cuando estuviera en el gobierno. Esperemos que otros luchen para que la verdad les haga libres.

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