EL ZOCO

Juan López Cohard

En agosto hierve el mosto

EN la sesera de muchas gentes. Resulta que hace unos meses no teníamos crisis alguna y la economía española estaba cojonuda. Ahora la sesera de Solbes echa humo y estamos ante un crecimiento cero y una crisis de extraordinaria gravedad de la que no saldremos antes de 2010. El ministro, en un arrebato de sobriedad, nos dice que la crisis debemos pagarla entre todos pero, como siempre, unos la pagan más que otros. Poco les ha afectado la gravísima crisis a las eléctricas que, antes Iberdrola y ahora Endesa, lanzan a los cuatro vientos los extraordinarios beneficios obtenidos en este primer semestre del año, en tanto que los españolitos de a pie pagamos el recibo de la luz un 10% más caro que el año pasado.

A pesar de todo el que se lleva la palma en estar tocado de la sesera es Sebastián, que no necesita que hierva el mosto en agosto. Sus luminosas ideas arden en cualquier época del año y para que alumbren más quiere repartir bombillas para que, según él, suba el PIB. Y además quiere acabar con nuestros nervios bajando la velocidad en las rondas. Que pase unas buenas y largas vacaciones, Dios se lo pagará.

También les hierve el mosto del chacolí en la sesera a los mandatarios vascos del PNV que, mientras unos pocos descerebrados preparan atentados para pasaportar a vascos y no vascos, ellos se muestran muy preocupados por el futuro de los que expiden los pasaportes.

Pero dejemos que hierva el mosto y disfrutemos de este mes que representa la quintaesencia del descanso. Agosto siempre fue un paréntesis en nuestra anual vida llena de preocupaciones y trabajo. Es el mes de la paz y la tranquilidad. Descansa la política y la economía, descansan el Rey y los súbditos, los gobernantes y los gobernados, descansa todo el mundo y se ralentiza todo, todo menos las hipotecas. Los intereses siguen su tarea sin descanso logrando que tampoco descansemos los demás, a excepción de los que descansen en paz.

Cuando emerge el mes de agosto del calendario parece que renace el optimismo que tanto desea Zapatero que tengamos. Es el mes que todos los años homenajea al que fuera el más grande emperador romano, Augusto. Él consiguió la denominada paz augusta y su mes nos trae la paz veraniega. Mes sobrino e hijo adoptivo de julio, siempre revoltoso y acuciante, en el que hay que dejarlo todo acabado para recibir al apacible agosto. Durante su reinado es necesario olvidar y dejar aparcados los problemas, las cifras, los datos, las crisis, todo menos los pequeños placeres que nos ofrece el sosiego, la tranquilidad y el ocio. En agosto sólo deben trabajar el sol, que no descansa ni un solo día, cumpliendo su horario, y el mar que redobla su esfuerzo para atender a las numerosas visitas que recibe. Los demás sólo tenemos la obligación de disfrutar, apartándonos de los malos pensamientos económicos, a base de refrescos y algo de mosto (aunque nos hierva en la sesera) que septiembre ya vendrá para devolvernos a la realidad.

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