Y ahora a gobernar

Vox, por muy extremista que trate de vestírsele, ha llegado para quedarse

Tras la más controvertida campaña electoral de nuestra democracia, llega el momento de tomar decisiones y gobernar. Han sido unos días llenos de imágenes para la reflexión, entre incongruencias y postureos, que han sabido colocar a cada uno ante el electorado. Por eso merece la pena resaltar aquellos detalles que marcarán las campañas futuras y que en ésta han hecho, por vez primera, acto de presencia.

La campaña ha quedado marcada por los datos y las encuestas. La obsesión de cada partido por arrimar el ascua a su sardina terminó destrozando toda visión científica de los procedimientos. Y para culmen, la sustitución de los logotipos por berenjenas, flores y naranjas, con decodificación andorrana incluida, no hizo más que ahondar en este despropósito. Merecería la pena formar a los creadores de opinión para no hacer seguidismo de los datos erróneos ni de las estadísticas engañosas, sobre todo si nuestro fin es alimentar la libertad de los ciudadanos.

Otros datos significativos han sido las provocaciones políticas ante la opinión pública de los líderes y la camaradería posterior tras las cámaras. Ver a los Pablos Iglesias y Casado dialogar tranquilamente, al finalizar los debates electorales, nos da cierta esperanza de que nuestros políticos saben medir los muchos años que les quedan por delante de encuentros y desencuentros. Cabe decir que, en ese mismo momento, era extraño el comportamiento y la rigidez de Pedro Sánchez, al que parece que cada día le cuesta más cruzar palabra con los restantes partidos democráticos. Debe ser porque le tiene tomada la medida a los independentistas y a los batasunos, porque de lo contrario nadie entiende que prefiera moverse en ese lodazal.

Al que no le permitieron participar en los debates es, sin duda, el que ha dado más dolores de cabeza a todos los demás. Tras las elecciones andaluzas, y el secreto con el que se mantuvo el apoyo electoral a Vox, no se entendía la obsesión por tratar de arrinconarlos. Una de las características del político inteligente es su capacidad para leer los signos de los tiempos y este partido, por muy extremista que trate de vestírsele, ha llegado para quedarse. Si en el pasado fue el Pacto de Aravaca el que permitió unir a todo el centro-derecha español, hoy se hace difícil que se produzca un hecho de estas características ¿O quizás estén más cerca de lo que aparentan sus jóvenes líderes?

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