Postales desde el filo

La alianza

Aunque muchos auguran una larga vida a esta nueva mayoría nacida el 8D, hay razones para dudarlo

En mayo de 1982 se celebraron las primeras elecciones autonómicas en Andalucía. Las ganó el PSOE andaluz con el 52,1% de los votos y 66 escaños. Treinta y seis años después, con prácticamente la mitad de votos y diputados, pasará por primera vez a la oposición, aun siendo la fuerza más votada. Nuestra Comunidad ya no es la región del voto cautivo tan desdeñada por dirigentes de la derecha española. No, ahora somos la vanguardia del cambio. Efectivamente, ha habido que esperar treinta y seis años para que la oposición configure una alternativa al PSOE en nuestra comunidad ¡tampoco era tan difícil! La flamante mayoría se vio reflejada en la elección de la presidenta de la cámara, apoyada por la misma alianza que investirá a Moreno Bonilla. Para que este cambio haya sido posible han tenido que alinearse algunos astros. La presidencia de la Junta, según los acuerdos suscritos por la nueva mayoría, le corresponderá al PP que ha perdido trescientos mil votos y siete escaños. Para ello contará con el apoyo de Cs, cuya subida en votos ha resultado insuficiente para lograr su principal objetivo electoral: superar a un PP menguante. Pero el cambio pasa por Vox, sus cuatrocientos mil votos y sus 12 diputados. Nada de esto sería posible sin la sorprendente irrupción en Andalucía de esta nueva fuerza de extrema derecha…O sin la inestimable ayuda de la alta abstención en las izquierdas.

Aunque muchos auguran una larga vida a esta nueva mayoría nacida el 8D, hay razones para dudarlo. En los próximos meses los partidos de este nuevo tripartito estarán inmersos en una batalla para disputarse un mismo espacio electoral, lo que inevitablemente alterará las relaciones en su alianza en Andalucía. La compañía de Vox supone un serio problema para Cs y agravará su propia indefinición. La crítica de Valls al acuerdo no es sólo moral: la asimilación con la extrema derecha puede resultar letal para sus aspiraciones a la alcaldía de Barcelona. Por su parte los dirigentes del PP -aunque parecen encantados de tener a su lado a aquellos que dicen cosas que ellos piensan- pueden pagar una importante factura facilitando una vistosa tribuna a quien, sin lugar a dudas, constituye hoy su mayor amenaza. Por último, la alianza de Casado y Rivera con un partido descaradamente inconstitucional restará fuerza a sus constantes intentos de deslegitimar a Pedro Sánchez por sus malas compañías: siempre podrá decir que las hay peores.

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