Tiempo Un frente podría traer lluvias a Málaga en los próximos días

Los allegados que no vendrán

A ver quién se atreve a poner mala cara a los visitantes si vuelven el próximo año. ¿Qué era eso de la turismofobia?

O TRO vendrá que bueno te hará, dice el refrán. Esperemos que no se cumpla con la llegada de 2021. Porque en febrero ya nos auguran la apoteosis del paro, con la decisión definitiva sobre la prórroga de unos ERTE que mantienen en estado vegetativo a miles de empresas, con existencia administrativa a la espera de la defunción oficial. ¿Qué era aquello de la turismofobia? A ver quién se atreve a ponerle mala cara a los visitantes, cuando regresen, aunque transiten en patinetes arrolladores y vistan camisetas fucsia a juego con sus cogorzas de despedidas de soltero. Pero antes deberá llegar la vacuna. Y, ahora mismo, la sociedad está dispuesta a ofrecer una muestra de sus exquisitas maneras y amor por el prójimo. "Póntela tú primero, que a ti te hace más falta". Deduzco que en los planes aprobados no se incluirá la especial protección de los transportes que trasladen los congeladores. Seguro que las multitudes no los asaltan por el camino para asegurarse sus dosis. Más de dos millones le tocan en el reparto a Málaga. Eso ha pronosticado el diputado del PSOE, Ignacio López, que teme que la curación en Andalucía no se la apunte Pedro Sánchez sino Juanma Moreno. Y entonces ya sea imposible sacarlo del Palacio de San Telmo en menos de seis años.

Pero antes, el Gordo de la tercera ola igual queda muy repartido en enero. Depende incluso de que en las noches clave algunos comensales se controlen y no sucumban a la tentación de ejercer de niños de San Ildefonso. Todo por la blanca Navidad. No hay un sólo dirigente político capaz de decirle a la cara la verdad a los ciudadanos. Sienten pánico a no comerse el turrón.

Si algo hemos aprendido este año es vocabulario. Por más empeño que pusiera la RAE, imposible que en 12 meses acumuláramos tanta jerga en nuestras conversaciones sin barra de bar. Y con comprensión lectora. Todos sabemos qué significa confinar y el perímetro de cada día de nuestra vida. Hemos aprendido a distinguir una epidemia de una pandemia. Y la acepción adecuada de resiliencia, sobre todo los dueños de bares, comercios y hoteles, sujetos al albur de estas ciencias ocultas que un día decretan un cierre a las seis de la tarde o implantan toques de queda a las diez de la noche. La nueva fuerza de la gravedad. Más allá de la física

Nunca me cansaré de repetirlo, la peor palabra que hemos recuperado ha sido la de triaje. La decisión de dejar a ancianos sin hospitalizar e incluso sin medicalizar por falta de medios y en beneficio de pacientes con mayor esperanza de vida. No nos ha escandalizado porque también se han normalizado los cientos de muertos diarios. Tan inocuos como si integraran una partida más de los Presupuestos. Tan lejanos porque ni siquiera son allegados. Les deberíamos incluir en estas cenas, porque no vendrán.

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