Un amor no correspondido

Saber que dos políticos, que representan a la mayoría de los votantes españoles no se hablan, entristece

En estos tiempos complejos para las relaciones humanas saber que dos políticos, que representan a la mayoría de los votantes españoles, no se hablan nos entristece a todos. Pero parece que la tónica será ésta, mientras un aluvión de citas electorales llama a sus puertas. Para algunos será una situación delicada, para otros puro postureo, pero la mayoría echa mucho de menos a aquellos políticos de la transición que, a pesar de las barreras casi insuperables, supieron acercar posturas y llegar a acuerdos por el bien de su país.

Quizás el actual presidente de gobierno haya olvidado cuando, hace no mucho, llamó indecente al entonces inquilino de la Moncloa en un debate televisado para toda España. Desde luego si Rajoy le hubiera recordado entonces que la decencia hace referencia a todo lo que ocurre de la cintura para abajo, Sánchez habría tenido que dar muchas explicaciones sobre sus conocimientos de las intimidades de su contrincante. Pero a pesar de todo el diálogo no se rompió, y eso fue de agradecer.

Por entonces también el propio Sánchez había dado orden de saltar por los aires los acuerdos entre los socialistas y populares europeos, tras votar los segundos al candidato de los primeros y posteriormente hacer que los eurodiputados socialistas rompiesen la disciplina acordada para apoyar a Juncker. Esta traición supuso relegar como parias a sus compañeros ante todo el parlamento en Bruselas, y sembrar la desconfianza permanente a sus apoyos. Pero poco le importó al entonces Secretario General del PSOE y recientemente el propio Juncker, que podría haberle dado la espalda, lo ha recibido sin romper el diálogo esperado, y eso fue de agradecer.

De todo ello se desprende que tener una piel tan fina para las palabras de la oposición, y una coraza tan gruesa para las barbaridades que cometen los que le apoyan en el Congreso, no es de recibo. No querer ver que los que le votaron para presidente lo hicieron por su debilidad, deseando desmantelar lo antes posible el Estado, es de una ceguera insostenible. Y cuando los acuerdos presupuestarios se cierran en prisiones catalanas y en palacetes belgas, y se amenaza al gobierno con un nuevo 1 de octubre si no se libera a los presos, hace pensar que algo de razón llevaba el jefe de la oposición. Por tanto, toca reflexionar y dejarse de desplantes y desamores, que en política hay que estar para las duras y para las maduras.

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