¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Las arcadias de Camoyán

Su foto del alcornoque plagado de aves de paso ha quedado como la imagen icónica del Coto de Doñana

Cuando lo entrevisté en su chalet del Aljarafe aún conservaba una coleta rubicunda que le daba un aire a lo Willie Nelson. Antonio Camoyán era ya una leyenda para los fotógrafos de naturaleza andaluces, el hombre que tomó la imagen icónica de Doñana. La hizo una de esas atardecidas edénicas del Coto, después de una tormenta. Camoyán llevaba tiempo observando un alcornoque que servía de parada y fonda a todo tipo de aves viajeras, pero quería esperar a la luz perfecta. Aguantó con la paciencia del cazador hasta que supo que era el momento y disparó. Aquella instantánea, que ilustró un célebre sello de Correos, le valió el Premio Internacional Kodak. Pero hubo muchas más, miles. El culpable fue el padre del Parque Nacional, Tono Valverde, quien le convenció que dejase el ejercicio de la medicina para dedicarse a la fotografía de la naturaleza. Eran los tiempos en que el Coto aún era un Far West doméstico en el que los pateros parecían guerrilleros de cuando la francesada y los guardas llevaban sombrero cordobés con escarapela rojigualda. Porque Camoyán no sólo fue fotógrafo de animales, sino también de la fascinante antropología de las marismas, como demuesta esa imagen del guarda Pepe Clarita cabalgando por Almajo con el porte gallardo de un espadón.

Fue también Antonio Camoyán uno de los mejores relaciones públicas del Coto, algo en lo que le ayudó su simpatía de gigantón y su humanidad. Entre sus méritos está el haber sido el que enseñó Doñana por primera vez a Felipe González -desde entonces un convencido defensor del Parque-, y buena parte de su trabajo consistió en facilitar su labor a los mejores fotógrafos de todo el mundo para generar una conciencia planetaria sobre la necesidad de conservar ese fabuloso rincón de la Península Ibérica, la Argónida de Caballero Bonald, el lugar donde Tartessos duerme su sueño de mito. Fue él quien, al alimón con Tomás Azcárate, convenció a su primo, José Rodríguez de la Borbolla, de la necesidad de crear la Agencia (después Consejería) de Medio Ambiente de Andalucía.

Junto a Doñana, las otras dos Arcadias de Camoyán fueron Riotinto y Barbate. A la primera llegó por primera vez con 18 años, junto a su padre y a lomos de una Ossa 125. Sus fotos de aquel paisaje marciano, que parecen cuadros abstractos, llamaron la atención de Zóbel. La segunda, representaba otra de sus pasiones: la pesca. Con el orgullo fanfarrón propio del gremio, le gustaba contar cuando, junto a Manolo Sangá, pescó un pez limón de 120 kilos. "Lo de El viejo y el mar se quedó en una anécdota", decía. Descanse en paz.

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