La esquina

josé / aguilar

Con las armas de Sánchez

SÓLO un milagro podría convertir en acierto el error de Pedro Sánchez de defenestrar al secretario general del PS de Madrid, Tomás Gómez, y ofrecer la candidatura a las elecciones autonómicas madrileñas al ex ministro Ángel Gabilondo: que Gabilondo acepte ser el candidato y que gane las elecciones. Esto último lo veo improbable.

Quizás Sánchez no contaba con que los seguidores de Gómez desbarataran su operación introduciendo en la batalla un misil de su propio arsenal (del de Sánchez). Se trata de la candidatura de Amparo Valcarce -ex delegada del Gobierno en la Comunidad y protegida de Zapatero-, que se ha lanzado con celeridad al ruedo y que perturba el paseo triunfal que el líder socialista había desbrozado para Gabilondo.

Sánchez tuvo una ensoñación: quito a Gómez y se arma el follón, pero la tensión afloja en pocos días porque en vísperas electorales la militancia, responsable, cierra filas en torno a mi candidato para no perjudicar al PSOE. No esperaba que sus adversarios le presentaran una candidata alternativa y, sobre todo, que ésta apelara a la voluntad soberana de las bases. Vamos, que exigiera unas primarias.

Lo fundamental de esta contraofensiva es que utiliza contra Pedro Sánchez un arma que es muy de Pedro Sánchez. El secretario general del PSOE tiene a gala haber sido elegido en unas elecciones primarias en las que participaron todos los afiliados al partido que quisieron y no ha dejado un solo día de presumir -de poner en valor, dirá él- de que aquella votación fue un hito en la renovación del socialismo frente a la vieja política de las designaciones a dedo, las cooptaciones y los enjuagues del aparato.

Como no va a someter al independiente Gabilondo a unas primarias -ni Gabilondo las aceptaría, como es natural, porque a él han ido a buscarlo a su casa-, Sánchez le ha encargado a la gestora de Madrid que haga una indeterminada "consulta" a las agrupaciones de la que ha de salir, sí o sí, el nombre del ex ministro de Educación. De este modo, el paladín de la democracia interna en el Partido Socialista se carga a Gómez, designado en unas primarias sin contrincantes, mientras sus enemigos se oponen a la maniobra enarbolando esa bandera de la democracia interna.

Una paradoja que deteriora a Sánchez. Para afirmarse frente a los que no le han dado ni un año de tregua, el líder socialista ha tenido que negarse a sí mismo y a lo que ha querido representar en el PSOE.

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