Crónica levantisca

Juan Manuel Marqués Perales

'c aucus' de r oma

NI el Espíritu Santo basta. Los cardenales reunidos en las congregaciones previas al cónclave quieren saber los secretos del informe que Benedicto XVI encargó sobre la corrupción vaticana. Los brasileños, pero también obispos de Alemania y Hungría han solicitado en estos caucus previos más transparencia, porque la luz que los iluminará en la capilla de Miguel Ángel no va ser suficiente. Los pactos de silencio, como ha comprobado la Iglesia, tienen efectos perversos. En 1997, la entonces corresponsal de The Wall Street Journal en España nos preguntó en la sede de la EOI de Sevilla por qué en España no se escribía nada sobre la fortuna del Rey. Lo hacía con esa sana ingenuidad anglosajona hacia los asuntos de dinero. Bla-bla-blá: el pacto implícito con la Corona la protegía de los ataques de los contrarios a la democracia. El manto protector cayó, y ha dejado a un Rey desnudo. La Corona, en su excepcionalidad democrática, tiene su solución: el Príncipe de Asturias. Pero no sólo han caído los mantos de La Zarzuela, todo se va volviendo transparente a golpe de auto judicial. Bárcenas acabará con Rajoy, y Rubalcaba se acabó. Felipe VI hablará con un Eduardo Madina, una Chacón, un Feijóo, un Basagoiti, un Alberto Garzón. Es el tiempo de los cuarentones, y de una España más sencilla, quizás más pobre, pero más transparente.

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