Mitologías Ciudadanas

José Fabio Rivas

La batalla de Madrid

La batalla de Madrid son los episodios bélicos que sucedieron en Madrid durante la Guerra Civil, entre el 18 de julio del 36 (fecha del golpe de Estado) y el 28 de marzo del 39 (cuando las tropas franquistas entran en la capital). O sea, del "No pasarán" -que cantaban los antifascistas-, al "Ya hemos pasado" -que cantaba Celia Gámez: "¡Ya hemos pasao!/decimos los facciosos"-. Años, meses, días de sufrimientos, de ataques y resistencias, de muertes y ejecuciones, de venganzas, de miedo… Tragedia de una España injusta, insensata, oscura, desangrada por una guerra fratricida, a la que bajo ningún concepto se debería volver, salvo para sacar enseñanzas que nos "vacunen" contra el odio estéril de pelear hasta la muerte unos contra otros.

Sin embargo, este país que algunos creían que solo sabía resolver sus problemas a garrotazos, tal como se refleja en la pintura negra de Goya, "Duelo a garrotazos o La riña", logró fraguar entre todos un consenso político y social ejemplar, una vez muerto el dictador. Las imágenes de La pasionaria y Rafael Alberti entrando cogidos de la mano en el hemiciclo entre aplausos o la de Fraga Iribarne presentando a Santiago Carrillo en el Club siglo XXI, en 1977, y sobre todo, la aprobación en 1978 de la Constitución Española, fueron el mejor ejemplo de que se debía y se podía hacer política de otro modo -sin que el adversario fuera enemigo, sin que la voz o el poder de unos supusiera el silencio o la agonía de los otros-. Cuestionar a estas alturas y después de tantos sufrimientos esto, es de necios. Y eso al margen de que la Constitución sea mejorable o de que desde entonces se debería haber hecho cosas que no se hicieron (borrar, por ejemplo, los vestigios humillantes del Dictador. Alemania, Chile… lo hicieron en tres días; desarrollar y adaptar la Constitución a los nuevos tiempos, reformar el sistema de representación política, impedir o dificultar el desarrollo y la extensión de tanto latrocinio…). Todo eso es cierto, como lo son los años de paz y de bienestar que desde entonces hemos vivido en España.

Y ahora, como si se tratara de una nueva batalla de Madrid, la presidenta Díaz Ayuso convoca elecciones autonómicas para el 4 de mayo, tras declarar días antes -en referencia a la misma clase de convocatoria, pero en Cataluña-: "Si yo lo hiciera, me llamarían "tipa" peligrosa e insensata"-, y lo hace con el lema guerracivilista de "Comunismo o libertad" y en un ambiente enrarecido en el que los partidos políticos -mastuerzos e imprudentes: aunque no todos de igual modo- se prestan a echar leña al fuego, cuando no a responder violentamente a provocaciones de 1º de EGB, como la del mitin de Vox en Vallecas, lo cual acentúa aún más la división ideológica, partidista y emocional ("vivan los nuestros, mueran los otros"), impidiendo un debate libre de ideas y propuestas democráticas, en beneficio tal vez de los políticos que por acción o reacción se adentran en la peligrosidad de semejante juego, pero no en el de la ciudadanía. Y lo que es peor, olvidando que la paz (y todo lo que ella nos trajo) la ganamos los demócratas, pero la guerra la ganaron los golpistas.

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