Atribuyen a von Bismarck la frase de que "España es el país más fuerte del mundo, lleva siglos intentando destruirse a sí mismo y todavía no lo ha conseguido". No creo que sea cierto. A poco que uno rasca, encuentra que no faltan otros sobre los que te puedes preguntar cómo se mantienen donde están. Aunque eso no quita para que mal de muchos no deje de ser consuelo de tontos. Pero habida cuenta de que entre tontos anda el juego, o cambian pronto las cosas en la política nacional o, con el agua de levante que se respira, todavía tendremos que darle la razón al canciller.

Si hay algo en lo que han conseguido estar de acuerdo tanto la extrema derecha como la izquierda ante las elecciones madrileñas del próximo día 4, ha sido en convertir la cita electoral en un revival de la batalla de Madrid. Se ve que se encuentran a gusto en su papel y que así pueden movilizar sus más fieles cancerberos. Cada uno con sus propias tácticas y formas, pero todos a cara perro. "Pasaremos" frente al "no pasarán". Si vienes a "mi" barrio a dar un mitin, yo me manifiesto para recordarte que nunca será "tuyo". Si me gritas e insultas; yo me bajo del atril para que tengas cojones de decírmelo a 50 centímetros de distancia. Porque a la cara ya lo estaban diciendo, solo que con la policía de por medio. Igual que una pelea entre bandas de barrio o esos puñetazos de Gil desde la barrera segura de sus guardaespaldas. Y montado el show, solo queda pedir que el resto de los españoles elijamos bando. O conmigo o contra mí. Porque el adversario es perverso como demuestra su incapacidad para condenar con claridad la violencia de los suyos o se esconde tras una condena genérica para evitar condenar la que se ejerce contra los míos. Y en este contexto solo queda esperar a que un animal meta la pata y se le vaya la mano. De momento la propia, directora de la Guardia Civil, dos ministros y un candidato han recibido unas amenazas de las Abascal duda al mismo tiempo que se presenta como acusación particular contra su posible autor. O a Rolexs o setas, que diría un vasco, si es que el tema realmente le importase.

Mientras tanto, a Ayuso el tema ni le va ni le viene. De hecho, con ir a un debate le basta. A ella, y según ella, a todos los madrileños. En su opinión, lo que día 4 se discute no es cómo morir en Madrid, sino cómo vivir: sosamente durante el día o con una caña de cerveza al acabar la jornada.

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