La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

La boina de Celaá

Ha impuesto el sentido ideológico unitario sin dar oportunidad a la sana y necesaria discrepancia

Es la obsesión por imponer su ideología lo que prima en quienes gobiernan con el decálogo de manías partidarias abierto en canal. Mejorar la educación es su excusa, endosarle a la sociedad cuarto y mitad de progresismo partidista es el objetivo. Ese desdén a la Constitución tiene una consecuencia irreparable: menguar la libertad de las familias. La libre elección no es de izquierdas, un pecado a excomulgar de su podemita credo.

La Lomloe no ha merecido del Gobierno el trato de cualquier ley. Lejos de abrir un debate sobre la educación en España, dar participación a las ideas que reconstruyan y refuercen ese muro que la educación pública, privada y concertada necesita para muchos años, Celaá ha impuesto el sentido ideológico unitario sin dar oportunidad a la sana y necesaria discrepancia. Se ha autonombrado dueña de nuestros hijos.

La semilla que pretenden sembrar PSOE, Podemos, los de la boina y la barretina, es la del monocultivo ideológico. Es recurrente en las izquierdas cada vez que acceden al poder, recortar la libertad de elección a través de una ley de educación. Saben que el futuro de sus anacronismos territoriales tiene una base imprescindible: la que siembran, riegan y cultivan con la imposición ideológica y lingüística en el programa escolar, en la costumbre educativa y en el universo medioambiental de las aulas. Que el día de mañana no haya duda sobre cuán izquierdista y antiespañol han de pensar y votar nuestros vástagos.

De la Lomloe no ha podido ni opinar el Consejo Escolar del Estado, cuya importante lectura siempre se cuidó, ni tampoco quienes han de ser sujetos pasivos de la ley: profesores, alumnos, padres y madres. Celaá, sobrada de ímpetu sanchista para imponer sus ideas sin discusión, decidió obviar el trámite de audiencia pública que toda ley debería requerir en una democracia participativa y moderna. No les llega el tiempo para esa "menudencia" de dar voz a la comunidad educativa. Como el rey Sol, el estado son ellos.

Habría de hacerse mirar la ministra socialista que su ley de educación la apoyen los de la boina vasca y el golpismo catalán, y no socialistas históricos como Guerra o Redondo. Ir junto a fuerzas políticas enemigas de la diversidad en sus territorios, más amigas de la imposición de su aldeano e identitario mundo que de la convivencia con la comunidad hispano parlante. Gente que ha hecho del odio a todo lo español su divisa, y tumbar nuestro régimen constitucional su proyecto principal.

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