NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Este domingo pasado se dejaron caer por Málaga el presidente Sánchez y su inseparable escudera, María Jesús Montero. Llegaron como dúo musical, afinando promesas como si fueran saetas de campaña: dulces, melódicas… y con el mismo peligro que un canto de sirena en alta mar. Como si los malagueños nos hubiésemos caído de un guindo y no recordáramos que llevan un historial de prometer una cosa y hacer la contraria más largo que la cola de una tasca un domingo de feria.
Venían, cómo no, a vendernos la solución a problemas que ellos mismos han fabricado. Un clásico de manual: “primero rompo el jarrón, luego me ofrezco para pegarlo… y de paso me llevo la foto”. Su gran propuesta: retirar 8.000 pisos turísticos para pasarlos al alquiler social. Dicho así, parece de fábula. Pero cualquiera que tenga un piso en alquiler sabe que la cosa no es tan sencilla. ¿Quién se arriesga a meter inquilinos cuando la ley convierte al propietario en sospechoso y al moroso en huésped de honor? Si de verdad quisieran arreglarlo, bastaría con cambiar la norma para que en 24 horas un okupa o un inquilino que no paga quedara en la calle. Pero claro, prometer eso suena mucho mejor que cumplirlo. Y ya sabemos que, en este Gobierno, no existe distancia entre decir y hacer lo contrario o no hacer. Y luego, ¿qué me dicen de la ministra Montero? Que llegó por aquí como si no la conociésemos. “Nueva en la plaza”, parecía pensar ella, cuando todos recordamos sus tiempos como consejera de Hacienda en la Junta. Entonces reclamaba a Rajoy lo mismo que hoy pide Juanma Moreno. Pero claro, los discursos cambian según sople el viento desde la Moncloa.
Habla con pasión de la sanidad andaluza como si hubiera sido la madre del invento. Pero cualquiera que tenga memoria recuerda privatizaciones encubiertas, externalizaciones y sindicatos echando humo. La colaboración público-privada, que ahora reniega, entonces la vendía como la solución mágica. Y las acusaciones de falta de transparencia en los contratos… esas, parece, las ha metido en el cajón del olvido.
¿Y que me dicen de que sea el Gobierno quién azuce a los bárbaros callejeros contra la Vuelta Ciclista? Tenemos un Gobierno que no da más de sí, como jovenzuelos de la universidad provocando a los grises. Que sea el PSOE quién se manifieste y coja la bandera pro-Palestina me parece bien, pero ¿Qué sea el presidente del Gobierno? Sobre él recae la responsabilidad de los delitos y heridos habidos en el suceso. Al final, lo de siempre: paraules al vent y echarle guindas al pavo. Lo difícil lo tiene Josele Aguilar, que bastante faena tendrá para explicar a los malagueños por qué, desde que está este Gobierno, nunca aciertan a señalar el vaso que esconde la moneda.
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