Pilar Cernuda

La caída del juez estrella

HA sido por unanimidad. Y con una sentencia demoledora, que pone en cuestión el respeto de Baltasar Garzón por la defensa de los derechos de cualquier acusado e incluso de los derechos humanos, pues los siete magistrado del Supremo alegan que en su actuación no ha tenido en cuenta la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos ni tampoco la del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

Unanimidad. De siete magistrados. Garzón y sus defensores seguirán diciendo que el juez estrella ha sido víctima de una persecución política, como apuntan también algunos medios extranjeros que llevan tiempo haciendo suyas las tesis de Garzón y le consideran un hombre perseguido por ser justiciero. Pero esa unanimidad de siete profesionales que piensan de diferente manera y que cuentan con muy distintas biografías demuestra que Baltasar Garzón no actuó conforme a Derecho.

Once años de inhabilitación le expulsan de la judicatura. Una sentencia muy dura, que además es sólo un punto y seguido en el calvario que sufre Garzón desde que se ha enfrentado a sucesivas acusaciones de prevaricación: ha quedado visto para sentencia el juicio por su actuación en las investigaciones de los crímenes del franquismo, que mantuvo a pesar de que sus superiores le advirtieron que no tenía competencias en ese caso, y queda pendiente la financiación de los cursos que impartió en la Universidad de Nueva York, y para los que pidió ayuda económica a entidades en las que al menos en un caso su presidente estaba incurso en un procedimiento judicial que tenía que decidir el propio Garzón.

España pierde sin duda a un juez importante, trabajador y que ha luchado como el que más contra el terrorismo etarra. Pero incluso los jueces trabajadores y valientes deben actuar conforme a la ley, y la sentencia del Supremo es concluyente: al ordenar la intervención de las conversaciones que varios encausados en el caso Gürtel mantenían con sus defensores, el juez echó por tierra su derecho a la defensa y su derecho a comunicarse con sus abogados sin ser escuchados.

Pocos juicios en España han creado tanta expectación como los que han tenido a Garzón como protagonista, como encausado. Y ninguno ha creado tanto debate, tanta polémica. Sin embargo, por sólidos que sean sus contactos internacionales, nadie puede cuestionar el sistema judicial español, y menos aún cuando se le ha juzgado con todas las garantías, nada menos que en el Supremo y además con una sentencia unánime. Que lo dice muy claro: actuó como sólo se actúa en los regímenes totalitarios.

No es buena noticia, nunca, que un juez sea acusado de prevaricador, y menos aún un juez con la trayectoria, coraje y valor de Garzón. Pero no por eso puede actuar al margen de la ley.

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