Una caja de todos

Unicaja es un activo de Andalucía y se ha convertido en un referente de la capacidad financiera

No se debe olvidar que Unicaja es el resultado de un esfuerzo colectivo. Fue necesario aunar voluntades, conjugar intereses y vencer resistencias localistas para que se consiguiera la unión de cinco cajas de ahorro de tres provincias andaluzas. Se contó con el apoyo e impulso de grupos políticos (unos más que otros), ayuntamientos, diputaciones y la decisión del gobierno de Andalucía. A partir de ahí, la entrega y profesionalidad de los directivos y trabajadores de todas las entidades, que hicieron suyo el proyecto sin resistencia alguna, dieron como resultado una entidad de ahorro solvente, fuerte y consolidada que se permitió crecer hasta convertirse en un referente en el mundo financiero. El riesgo surge cuando, sumergidos en el laberinto del poder financiero y en el inacabable afán de crecimiento, se pierde el sentido de la propia existencia y se olvidan sus orígenes. Es cierto que una entidad bancaria nunca podrá ser una ONG, pero es igualmente cierto que el sentido social y la propia trayectoria de Unicaja no se podían tirar por la borda por una fusión descompensada que enajena sin causa justificada capacidades de decisión y responsabilidades de la propia institución, además de diluir su propio carácter. Y, por eso hubiera sido imperdonable aceptar, en esta fiebre de la rentabilidad del más puro estilo del capitalismo desaforado, que la pérdida de puestos de trabajo, con la consiguiente secuela de despidos traumáticos, fuera un daño colateral inevitable que se podría aceptar sin el más mínimo reparo como un elemento secundario de la operación financiera.

Ha sido, hasta ahora, una trayectoria brillante, plagada de éxitos que ha supuesto que Unicaja sea un activo de Andalucía y se haya convertido en un referente financiero de la comunidad. Por eso, esa imagen acuñada durante años y que es la mejor expresión de un esfuerzo colectivo continuado no podía morir al pie de una fusión evitable o mal planteada entre la protesta de trabajadores y la incomprensión de los impositores.

Es la Fundación Unicaja la depositaria de este patrimonio social intangible, que se ha ido acumulando durante más de 30 años de existencia y es, por tanto, a esa misma Fundación, a la que le corresponde velar por su legado y si es necesario rectificar decisiones para corregir, como parcialmente se ha hecho, el rumbo de los actuales acontecimientos para que la historia de esa institución no se pierda por el triste sumidero de las decisiones desacertadas.

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