El balcón

Ignacio / Martínez

La calidad de la política

FELIPE González entusiasmó el jueves en Málaga a mil quinientos empresarios y directivos que probablemente nunca le votaron. Destacan dos titulares de prensa sobre su intervención: que pidió vincular los salarios a la productividad, lo que es cierto, y que propugna retrasar la edad de jubilación, lo que no es exacto. Está de gira el ex presidente para presentar un libro que habla del liderazgo en tiempos de crisis y de la calidad de la política.

Pero su actuación de Málaga no era promoción editorial sino una charla para la confederación de directivos que preside el jefe de la Caixa, Isidro Fainé. Fainé y Alierta, el patrón de Telefónica, también están de gira; ellos vendiendo optimismo. Y González con buena dosis de ironía se lo agradeció a ambos, para añadir que es cierto que se ha tocado fondo, pero que no sabemos cuánto tiempo estaremos estancados.

Sobre cómo salir del fondo lanzó algunas ideas y describió algunas dudas. En un mundo que sigue marchando aferrado a viejas certezas, Felipe sostiene que hay que formar a la gente para la incertidumbre. Planteó que dos tercios del salario estén vinculados a la productividad. Y dijo varias veces, de distintas maneras, que hay que conseguir la fórmula para extender o ampliar la vida activa de los mayores y repartir el tiempo de trabajo, dando oportunidades a parados y jóvenes.

De cara al futuro insistió en descartar competir por devaluación de costes, que considera un sacrificio imposible de superar, porque el consumo interno no se recuperaría nunca. Esto lo explicó casi en términos de Barrio Sésamo: es mejor mantener el nivel salarial y aumentar la productividad un 20%, que mantenerla la productividad y bajar los salarios un 20%.

Un pensamiento que entronca con otros de su libro. Como por ejemplo, que la política debe rescatar a la economía real, convocada, impulsada y redefinida por la sociedad civil. O sea, que en la nueva sociedad que salga de la crisis no puede haber tanto protagonismo de los políticos. También considera que a una parte de la izquierda no le preocupa cómo crear riqueza, cree que con repartir lo que hay todo se arregla, aunque se termine repartiendo miseria. Una alusión a IU. Y sobre la derecha, admite que quiere crear riqueza, pero se olvida de que hay que redistribuir el excedente, para hacer sostenible su creación. Algo que conecta con su teoría de la productividad.

Los socialistas no salen de gratis. Afirma que cada vez que deben afrontar una travesía del desierto como la actual, la tentación es decir que hay que desplazarse a la izquierda. Pero González advierte que no se ponen sobre la mesa las ideas que relacionen ese desplazamiento con la realidad, con lo cual la distancia con la gente cada vez es mayor. Su conclusión es que para mejorar la calidad de la política hacen falta ideas y participación. Dos cosas en las que no destacan los dos grandes partidos españoles. La calidad de nuestra política es escasa.

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