La calle es suya

No sé si intentase una reivindicación laboral con los mismos métodos, conseguiría también la misma indulgencia

Como cada agosto en los dos últimos años, el colectivo de taxistas en Málaga nos ha obsequiado con una protesta que suele cumplir las mismas características. Huelga sin previo aviso, para dejar en el limbo a cientos o miles de pasajeros, entre ellos numerosos turistas a los que les quedarán pocas ganas de volver al destino. Y caravanas para ralentizar el tráfico por los puntos neurálgicos de las ciudades para atrapar al resto de conductores. Es su lucha y el resto debemos situarnos en posición de saludo porque defienden a sus familias.

En esta ocasión también decidieron bloquear el Paseo del Parque de la capital con sus coches durante dos días y acampar ante la pasividad de la Policía Local. Si no fue así y me facilitan un listado global de todas las sanciones impuestas por infracciones de tráfico durante las protestas y contra la seguridad vial, pues pediré disculpas. Porque dudo que si se aplicara el reglamento, y si mañana personalmente dejara mi vehículo en mitad de una avenida o circulara a paso de tortuga, por ejemplo, me dejasen muchos puntos en el carnet. Aunque espero la misma indulgencia de la Administración porque podría alegar que mi causa es justa. Los malagueños cada vez compran menos periódicos. Así que puedo culparles de poner en riesgo mi futuro y el de los míos. Además, hay un puñado de agregadores digitales que se aprovechan de nuestro trabajo sin tener que afrontar los costes de las empresas informativas. La competencia no puede ser más desleal. Para qué voy a buscar causas propias si las ajenas están claras.

Utilizó el taxi con mucha asiduidad. Es cierto que a veces te quedas con las malas experiencias. El taxi que decidió marcharse en el aeropuerto cuando le dije que el trayecto era la capital y no un municipio costero. Las malas caras y comportamientos parecidos en la estación de tren. Los viajes malhumorados sin aire acondicionado. Los comentarios en voz alta de que no hay derecho a esperar tanto tiempo para luego cobrar una tarifa tan pequeña. Los conductores que te ponen a todo volumen sus músicas o emisoras preferidas como si el cliente no existiera... El Cercanías es mi alternativa desde hace años en el aeropuerto. Pero sigo usando mucho el taxi en desplazamientos rápidos por Málaga. Y cuando el trayecto sé que es muy corto, antes de subir pido perdón porque voy cerca. Una forma de autodefensa para evitar situaciones indeseadas. No todos son iguales. Pero acumulo demasiados ejemplos.

Y aún así, nunca he querido subir en Málaga a un VTC. Hasta este agosto. Y creo que las reglas deben funcionar para todos y que hay reivindicaciones justas. Pero también deberíamos saber qué pasa con las licencias. Si hay propietarios que manejan varios vehículos a la vez. Un colectivo no puede tomar de rehén a una población. Los gobiernos no pueden aceptar negociar bajo chantaje. Las formas no justifican el fondo.

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