Los cambios del PP

Lo verdaderamente trascendente, de confirmarse esta nueva estrategia, sería el cambio en su relación con Vox

Como en las retransmisiones deportivas en las que se pregunta minuto y resultado, en los giros políticos del PP lo primero que hay que preguntar es duración y contenido. Han sido tantos los cambios adoptados por este partido que nos obliga a contemplarlos con escepticismo. Pablo Casado no parece un experimentado jinete: no es la primera vez que se cae del caballo. Aun así, el último cambio de estrategia que protagonizó en el debate de la moción de censura reúne condiciones para albergar la esperanza de que no es un volantazo más de los muchos que ha dado en estos años. El "hasta aquí hemos llegado" que desde tribuna del parlamento pronunció con solemnidad da a entender que por fin se terminaron las dudas que desde un principio han rodeado su actitud.

Sería un error pensar que esta nueva estrategia del PP significa una variación en su relación con el PSOE hasta tal punto que permitiría llegar a frecuentes acuerdos entre los dos partidos. No hay que esperar tanto. Aunque no estaría mal que en cuestiones como el poder judicial y la gestión de la pandemia existiera un cambio de actitud, lo esperable es que el PP mantenga con intensidad e incluso con mayor firmeza sus discrepancias con el Gobierno. Solo cabría exigirle que esta confrontación bajara en intensidad y agresividad.

Lo verdaderamente trascendente, de confirmarse esta nueva estrategia, sería su cambio en su relación con Vox. Dejar de hacer seguidismo intentando atraer a sus electores imitando sus propuestas, como hasta ahora ha hecho, sería la gran mejora de este cambio. Llegar a comprender que el combate con la extrema derecha es no solo electoral, sino también ideológico y de principios, supondría un avance extraordinario en la clarificación política. Pensar que ser de derechas o muy de derechas no puede llevar a la aceptación de planteamientos autoritarios, antieuropeístas y xenófobos supondría un paso trascendental para aceptar que la búsqueda de electorado no justifica la connivencia con partidos que respiran neofascismo por todos sus poros. Entender que siempre habrá una línea roja que separa los principios de la democracia parlamentaria de otros sistemas políticos sería el inicio de la búsqueda del aislamiento de grupos políticos que por su ideología y actitudes merecen ese aislamiento. Si este es el cambio de actitud del PP, entonces podríamos estar de enhorabuena.

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