Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

De capitán, Nadia, ¡bien!

Por algún motivo, la reestructuración ministerial anunciada anteayer me ha traído a la cabeza a la extraña convocatoria de Luis Enrique para la Eurocopa que hoy tendrá campeón, que espero que sea el que no juega en casa, porque ha sido la mejor selección, la más atrevida, vibrante, dominante y -hablamos de Italia- pragmática. Mejor que la nuestra, aunque la novelería hispánica -tan de redes sociales- ha obrado el milagro de calificar al asturiano y hasta a Morata -oh my God!- de masters del universo justo después de haber sido crucificados como unos mataos de manual. Para declarar nuestro concurso de pasable no hay más que recorrer la trayectoria de los partidos; y dejémonos de bipolaridades balompédicas, algo muy propio de un país extremado y en el que casi todo ciudadano, sobre todo varón, lleva dentro un médico por internet y un entrenador enterado. Ahora, Sánchez ha cambiado su plantel, como hizo Luis Enrique en buena medida entre la clasificación y el campeonato. Y lo hace declarando que atrás queda el desastre y por delante amanece la recuperación, y lo hace con esa cara tan de primaverita, de actor de instituto, que se marca en las comparecencias de prensa.

Si algo le venía bien al Gobierno de España -y a España en la UE y entre los mercados- es que la sensatez y la capacidad promocionen en el escalafón del Consejo de Ministros, y que la cosmética electoral sea degradada o directamente evacuada. Es reconfortante que Nadia Calviño, sensata y capaz, sea nombrada vicepresidenta primera, o sea, vicepresidenta-vicepresidenta, más allá de los tetris de Sánchez con Podemos que cursan con malabares e intercambio de estampitas: los ministros colocados por el metamórfico Pablo Iglesias siguen en sus puestos. Entre bomberos no nos pisamos las mangueras, se habrán dicho ambas formaciones, cogidas de los territorios inguinales por ERC, para mayor gloria los ingresos catalanes (en un juego de suma cero en el que Andalucía pinta como gran perdedora en el reparto del Plan Marshal de la Agenda 2030). Irene Montero (Montera, Montere), Manuel Castells -dicen que existe- y Alberto Garzón siguen en sus puestos: pintan bastante poco, y cada vez que hablan sube el pan o se habla de chuletones (al extraño Garzón no le falta razón, pero dice las cosas fatal, y encima tiene un dueño que ha decidido miccionarle la pernera, y hacerlo "al punto insuperable"). Por suerte, salen del Gabinete el astronauta que estaba en la Luna, el Ábalos de oscuro pasado institucional o la egrabense airada, Carmen Calvo. Toca gestionar los dineros. Con Calviño de mascarón de proa: quién mejor.

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