Soltando grillos

josé manuel atencia

El caso Soria

Por una vez, una acción del presidente del PP no ha sido contestada al unísono por toda la militancia con el soniquete de siempre: "Palabra de líder, te alabamos presidente"

POR una vez en mucho tiempo, una acción de Mariano Rajoy no ha sido contestada al unísono por toda la militancia del PP con el soniquete de siempre: "Palabra de líder, te alabamos presidente". En una formación política con más de 800.000 afiliados que nunca discrepan de casi nada, se ha producido un hecho insólito: media docena de dirigentes, arriba o abajo, salieron para afear la decisión del Gobierno de Rajoy de proponer al ex ministro José Manuel Soria para un alto cargo en el Banco Mundial. La renuncia de Soria, impulsado por el mismo Gobierno que defendía su nombramiento, no ha hecho más que confirmar el enorme error de Rajoy. 

 

Lo que no consiguió ni el SMS del presidente del PP a Luis Bárcenas, con el famoso "Luis, sé fuerte"; ni su obstinada defensa de Rato, Matas, Mato o Camps, y tantos otros; o los reiterados incumplimientos del programa electoral; lo ha logrado el inoportuno anuncio de la designación de Soria para un cargo internacional minutos después de que Rajoy se diera de broces en el Congreso en su segundo intento de lograr apoyos para su nueva investidura como presidente del Gobierno. 

 

Con Soria, Rajoy y el ministro de Economía, Luis de Guindos, habían cometido tres errores de bulto. En la elección de la persona, en el momento de hacerlo y en las explicaciones sobre lo hecho. Hay que estar muy alejado de la realidad o tener en muy poca consideración la inteligencia del personal, para nominar para un cargo internacional a un ex ministro que tuvo que salir por pies del Gobierno por mentir en varias ocasiones, tras descubrírsele que manejó cuentas ocultas en un paraíso fiscal.

También hay que tener muy poco sentido de la nueva realidad política en España para hacer pública la propuesta de nombramiento minutos después de salir derrotado en una votación en el Congreso, culpando al PSOE de su incapacidad para alcanzar alianzas políticas. Alguien se imagina la cara que hubieran puesto todos esos dirigentes socialistas que abogaban por abstenerse en la investidura de Rajoy, si el PSOE hubiera dado ese paso y minutos después se enteran del nombramiento de Soria. 

 

Con todo, el mayor de los errores que cometió el PP en el caso Soria fueron las explicaciones que ofrecieron para defender lo indefendible, ya que partían de la premisa de que los ciudadanos somos tontos y nos lo tragamos todo. La renuncia del afectado no dejó en buen lugar la defensa numantina que realizaron desde el Gobierno y desde el PP, liderados por el presidente en funciones con reiteradas explicaciones que provocaban vergüenza ajena. Rajoy, además, mintió en los hechos, algo intolerable en cualquier país democrático y que en España asumimos con una normalidad que asusta. 

 

En contra de muchos antecedentes que advierten de lo contrario, la polémica con este ex ministro y su retiro dorado en el Banco Mundial, le iba a pasar factura a Rajoy. A veces un asunto, que podría considerarse menor, termina siendo la gota que colma el vaso del hartazgo. Y no tiene el presidente en funciones mucho crédito en sus aspiraciones para repetir como para tomar decisiones que habían logrado la unanimidad de todos, pero de todos en su contra. No hay ni una sola formación política que no afeara a Rajoy la designación de Soria, incluido varios dirigentes de su propio partido. Santiago Ramón y Cajal, que fue un ilustre médico, decía que lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso de nuestra ligereza o ignorancia. Mucho tardó Rajoy en darse cuenta de la inmensa metedura de pata. 

 

Rajoy lleva años despachando errores, como el que se sacude la caspa del hombro. De un plumazo y sin ofrecer explicaciones. Ahora mismo es el presidente de un partido, que entre una causa y otra, acumula para los próximos meses una treintena de procesos judiciales. El PP está presente en cinco causas en calidad de acusado a título lucrativo, o como responsable civil subsidiario, o como investigado por blanqueo de dinero. Entre ellas, dos de las más mediáticas: el caso Gürtel y el caso Bárcenas. El otro día en un balance sobre el calendario judicial del PP que ofreció la cadena SER, figuraba este listado de dirigentes implicados en procesos abiertos: cuatro ex ministros de los gobiernos de Aznar y Rajoy; tres vicepresidentes autonómicos; 11 exdiputados y exsenadores; 17 exconsejeros autonómicos; 7 expresidentes de diputaciones provinciales; 10 exalcaldes y cuatro extesoreros nacionales… A todas estas causas, en sus inicios, le hizo caso alguno. 

 

José Manuel Soria era una gota en este inmenso fango. Pero, quizás, la gota que colmó el vaso. En cualquier otro país, un líder está obligado a dar explicaciones. Y no solo para convencer a los convencidos, sino para reconocer cuando uno se equivoca. Esta vez le falló la estrategia a Rajoy: sus explicaciones no las creyeron ni los convencidos. 

 

Que se pronunciaran media docena de dirigentes en un partido con más de 800.000 militantes, también eran como el efecto de unas gotas en un inmenso océano. Pero esta vez Rajoy comprendió a tiempo que la paciencia que estaba a punto de colmar era ya la de los suyos. 

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