A FORTUNADAMENTE el PSOE no es todavía una formación confesional y católica. Eso le ha librado de afrontar, en uno de los periodos más difíciles de su historia, la nueva instrucción del Vaticano sobre los restos cremados de todo difunto, de su partido.

¿Qué hacer con las cenizas de esta organización política que sirvió para transformar y modernizar España? Desde luego no se podría dividir y repartirlas entre los militantes, una opción salomónica póstuma después del empeño de sus dirigentes en partir en dos. Tampoco se podrían guardar en las viejas sedes (si es que abren a estas alturas) porque, evidentemente, hace años que dejaron de simbolizar un lugar sagrado para el debate entre compañeros en la eterna búsqueda del bien general de los ciudadanos. Asimismo, sería inapropiado reconvertirlas en recuerdos conmemorativos y menos transformara en una pieza de joyería para adoración de nostálgicos. Es cierto que los 80 están de moda. Recuperado Felipe González como estandarte frente a Sánchez, si rescatan ahora a Alfonso Guerra podrían rememorar aquellas entretenidas batallas fratricidas para que los jóvenes y desencantados asistieran a un espectáculo original. ¡Pero es que Iglesias y Errejón se pelean tan bien y, además, por Twitter! ¿Quién compite con ellos hoy?

Descartadas estas alternativa la única opción es esparcir las cenizas del PSOE. El eco del viento propalaría para las generaciones venideras que la paulatina decrepitud de unos dirigentes egoístas fueron capaces de sepultar su mejor instrumento de cambio. Y esta decisión tampoco es fácil. Queda como último recurso pedirle al Papa que media para encontrarle l partido un camino de la salvación del partido, si es que para él existe el más allá.

Los mandamases de la gestora y los barones confían en que este infierno será pasajero. Tras lo de ayer, pueden dar por ejecutaron al secretario general anterior con todas las bendiciones mediáticas y estatutarias. Con su dimisión, Pedro Sánchez ha tomado por fin una determinación coherente y que le honra. Ahora se convierte en un walking dead. Y si, como en la serie, acapara millones de seguidores en este nuevo papel durante las próximas temporadas, igual supone una seria amenaza. Ésta claro que con su anterior interpretación carecía de futuro. No levantó demasiadas pasiones entre los votantes. El PSOE adquirió un color mortecino en las urnas de diciembre y en junio necesitó la respiración asistida porque la mayoría pronosticó que acabaría morado. Pero igual era una estrategia y el líder solo ganaba tiempo para resucitar desde ultratumba y abducir, de nuevo, con su "no, es no".

Menos mal que esto sucede entre el Día de Difuntos y Halloween. Algunos ya no necesitarán ni disfrazarse.

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