El centro reencontrado

En su nueva andadura se encontrarán con la oposición ferviente y asfixiante de los voceros de la derecha

La atmósfera política es tan irrespirable y densa que cualquier movimiento que surge se recibe como una refrescante brisa. Es lo que ha ocurrido con el apoyo que el Gobierno recibió de Ciudadanos, que parecía poder cambiar el inestable panorama parlamentario sobre el que trata de navegar el gabinete. Lo sorprendente es que la formación naranja haya tardado tantas sesiones parlamentarias para intentar reencontrar su sitio y dejar de hacer seguidismo incondicional de los partidos de la derecha que la arrastraban a la más absoluta irrelevancia. Después de su debacle electoral, y desde la sesión de la investidura, ha ido perdiendo ocasiones para dejar de ser el eco habitual del PP. Ahora un leve gesto de caminar por su cuenta ha generado expectativas que a algunos les ha llevado a pensar que un nuevo marco político es posible.

Aunque las predicciones en política son muy arriesgadas esta decisión del partido de Arrimadas no parece que pueda llegar muy lejos. En primer lugar porque no está claro que esta actuación no responda más a una coyuntura transitoria que al resultado de una profunda reflexión o a un serio planteamiento de volver al centro que inexplicablemente perdieron. Por otro lado, está la propia debilidad de esta formación que, tras batir el récord de pérdida de escaños en el menor tiempo posible, difícilmente tendrá la suficiente fuerza y decisión como para mantener esta nueva estrategia contra viento y marea. Ya desde sus propias filas han surgido voces discrepantes, incluidas la de su mentor, fundador y artífice de sus éxitos y su gran fracaso. Se diría que Rivera no está muy cómodo en su retiro privado viendo como su discípula preferida intenta enmendarle la plana.

Pero en su nueva andadura, si de verdad quieren hacerla, se encontrarán -ya está ocurriendo- con la oposición ferviente, contumaz y asfixiante de los voceros de la derecha, que no van a consentir que su diseñado acoso y derribo del Gobierno pueda fracasar por el apoyo, pequeño pero significativo, de los restos del naufragio del centro político.

Si a esto le añadimos las complicaciones de encaje de esta fuerza con los otros apoyos parlamentarios del Ejecutivo, particularmente PNV y Podemos, resulta difícil pensar que la estabilidad gubernamental pueda caminar por derroteros distintos a los actuales y que se puede prescindir de forma permanente de los inestables votos del independentismo. Conviene no confundir los deseos con la realidad.

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