Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Los 'chinos, metadona del consumo

Los 'chinos' nos ayudan a dejar de comprar yates, costear una Corinna o comprar un Mbappé. A controlar. Efecto metadona

En diciembre de 1976, al pie del avión que le traía de Pekín, el ex ministro de Franco Gregorio López Bravo declaró paterno-imperialista: "Los chinos comen, los chino se visten los chinos trabajan". Le faltó decir que eran simples, infantiles y cortos de luces, que es lo que pensaban algunos militares británicos de los trabajadores chinos -los llamaban chinks, despectivamente- que habían contratado en la I Guerra Mundial para labores de apoyo logístico. Pero los chinitos de las huchas del Domund se nos han convertido en una de las potencias más poderosas del mundo, y son ellos los que ahora nos visten, nos venden en sus tiendas comidas y todo tipo de baratijas innecesarias y de baja calidad. Nunca les agradeceremos bastante a los antiguos infieles -a los que con el dinerillo de las colectas y con sellos usados pretendíamos trasvasar de Confucio a Cristo-, el que con sus tiendas cubran de sobra la pulsión de compra que a todos nos impulsa. Si no podemos pagarnos una novia tan cara como Corinna Larsen, un yate con todo tipo de generadores de placer, como Nadal, o no disponemos de 160 millones de euros para hacernos con un Mbappé, acudamos a cualquier chino a satisfacer nuestra adicción a comprar adquiriendo un sacapuntas de zanahorias que, dado su gran tamaño, igual sirve para decapar la prepotencia falocrática del patriarcado, pero que, al tiempo, te permite embellecer tus ensaladas verticales. También puedes hacerte con un Niño Jesús de Praga, con unas odaliscas o con las tres gracias de escayola. Y que les den a los que, con el psicoanalista Lacan, piensan que la pulsión de compra nunca se satisface y que, una vez que compras aquello que deseas, sigues deseando comprar más y más y más. De todas maneras, al salir de un chino, las cosas que compraste sirven para poco y ya no te caben en casa, repleta de ositos de peluche, cupiditos, a un euro y niños jesuses en su cunita, a dos. Oigo en la radio, de madrugada, que es cuando dan instructivos programas culturales, conducidos por eximios catedráticos, que en los siglos XVI y XVII España y Portugal eran los dos grandes imperios del orbe; y que ahora son los chinos y los EEUU. Expansión. Imperio. Proliferación, colonialismo, cruzadas, invasiones, destrucción, muerte. Más poder. Sólo que los chinos no nos regalan abalorios, como hacían los misioneros con los indios. Nos los venden, y cada vez más caros.

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