Crónica Personal

Un chute de nostalgia

El libro ilustra sobre las profundidades de la Transición, que fue seguida con asombro por el mundo

Fernando Jáuregui tuvo una excelente idea hace unos meses, y se acaba de concretar en un libro: Los periodistas estábamos allí para contarlo. Lo presentó Ana Pastor la noche del miércoles en el Congreso, y fue el escopetazo de salida de los actos con los que se conmemoran los 40 años de la Constitución, un texto tan denostado por las generaciones actuales, y tan poco cuidado por los políticos actuales. Que hay que renovarla parece evidente, se enriquecerá cuando algunos de sus artículos se adapten a los nuevos tiempos. Pero que el propio PSOE, y el propio presidente de gobierno, al que se le supone visión de Estado, defienda que se aborde su renovación cuando el país está como está, en absoluta precariedad y con unos socios de gobierno que pretenden por una parte la abolición de la monarquía y por otra el despedazamiento de España, insistir en la reforma de la Constitución ahora es una absoluta irresponsabilidad.

En el libro han participado 105 periodistas plumillas y 50 foteros. El resultado, un libro que ilustra, en todos los sentidos, sobre las profundidades de la hoy tan poco valorada Transición, que fueron los años más estables de la historia de España y que fue seguida con asombro por el mundo. Porque desde luego fue asombroso que se pudiera hacer de forma tan ejemplar el tránsito de una dictadura a una democracia plena. Con la participación de todos los partidos, y con la aceptación de todos los dirigentes de aquella época del papel del Rey Juan Carlos, motor de una aventura apasionante de la que deberían sentirse orgullosos todos los españoles.

El encuentro en el Congreso provocó un comprensible chute de nostalgia. Por el encuentro entre compañeros que, en algunos casos, no se veían desde hacía una veintena de años; por el recuerdo a los fallecidos, que han sido muchos y de categoría, y por la constatación de que los que "estábamos allí para contarlo" somos periodistas privilegiados. Privilegiados por haber conocido políticos de una categoría excepcional y un sentido de Estado que hoy escasea, por haber vivido situaciones que nos llenaron de orgullo; orgullosos por ver el nombre de España pronunciado con el máximo respeto fuera de nuestras fronteras, porque a la hora de hacer país, de hacer patria se dejaban de lado las ideologías y las ambiciones personales. En ese libro faltan firmas, pero todos los que están participaron en aquellos momentos irrepetibles. Todos estaban allí para contarlo.

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