Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

El cielo futuro

Cada cual pierde el tiempo en lo que más le gusta: mientras unos denigran, otros construyen el porvenir

Resulta casi enternecedor el modo en que determinados agentes nacionalistas (el mismo Quim Torra el otro día en Washington, sin ir más lejos) insisten en ofrecer una imagen de España propia de un país atrasado, indolente, inculto e incapaz mientras nosotros seguimos aquí, haciendo cosas, empujando un poquito cada día con tal de llegar a alguna parte, sin hacer caso ya a toda esa demagogia barata y dejando que cada cual pierda el tiempo en lo que más le gusta: mientras unos denigran, otros construyen el futuro. Los primeros anuncios que hizo Pedro Duque tras su nombramiento como ministro quedaron un tanto ensombrecidos informativamente hablando dada la novedad que entrañaba el propio Pedro Duque con su cartera, pero uno de ellos hablaba muy bien de España y particularmente de Andalucía como potencias científicas. Y es que nuestro país se convirtió hace unos días en el undécimo estado miembro de la organización para la construcción del Square Kilometre Array (SKA), el que será el radiotelescopio más grande del mundo, formado por miles de antenas distribuidas entre África y Australia para una observación del cielo de tal magnitud que, contada hoy, suena a ciencia-ficción. Su puesta en funcionamiento está prevista para 2024 y a partir de entonces el universo será mucho menos desconocido.

Pues bien, este éxito no viene, ni mucho menos, caído del cielo, sino que es resultado del trabajo de un colectivo de científicos españoles que desde hace ya varios años ha recabado el apoyo de diversas instituciones, ha constituido grupos de trabajo y ha emitido publicaciones (como el Libro Blanco Español del SKA, aparecido en 2015 y en cuya redacción participaron 120 investigadores de cuarenta organismos distintos) dirigidas a que la participación plena de España en el proyecto se hiciese realidad. Y sí, todo esfuerzo se ha coordinado desde Andalucía, en particular desde el Instituto de Astrofísica de Andalucía, y más particularmente aún en la figura de la investigadora Lourdes Verdes-Montenegro, la mujer que ha obrado el milagro y que merecería un reconocimiento institucional consecuente (el de este articulista ya lo tiene). Se espera del SKA un impacto científico superior al propiciado por el acelerador de partículas del CERN de Ginebra, así que cuando dentro de unos años lleguen noticias sobre la naturaleza del universo, la materia oscura y lo que quiera que haya ahí fuera, recuerden que Andalucía estuvo ahí. Sin peineta y sin PER. Con un par.

Por tanto, pueden continuar con su leyenda negra y sus sandeces. Nosotros, a lo nuestro. El cielo futuro será para no perdérselo.

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