Letra pequeña

Los cien mil hijos de san José Luis

LOS números no son fríos ni calculadores: tienen algo de mágico. La que se formó cuando lo del año 2000. Y esa manía del número 13, que algunos la atribuyen a que 13 comensales asistieron a la última cena o a que es el primer número primo sin ningún detalle igualmente mágico que lo redima. Entre los chinos el 4 tiene mal fario y Bertrand Russell consideraba a Pitágoras el filósofo con más influencia de occidente: su secta adoraba a las matemáticas y cuando el pitagórico Hipaso descubrió los números irracionales, sus correligionarios razonaron tirarlo al río. Lo dicho, pura brujería. Y así como 99.000 parados en Málaga preocupan pero no alarman, más de 100.000 montan el pollo.

Viajar en autobús tiene muchos alicientes. Si usas auriculares vas absorto en tus cosas y te pasa como al burro con orejeras, que no te enteras de lo que hay alrededor. Pero la voz de la plebe es sabia, tanto o más que la de las tertulias radiofónicas. Detrás de mi asiento iban dos señores departiendo sobre economía. Usaban con frecuencia y familiaridad la palabra "ladrillo": el ladrillo es muy inestable. El chollo del ladrillo se ha acabado. Málaga no puede seguir viviendo del ladrillo. No creo que fuesen constructores ni del ramo inmobiliario aunque parecían muy seguros de lo que hablaban. Igual eran el señor Pizarro y el señor Solbes pero me daba vergüenza mirar. Yo, maruja, lo justo.

Lo de los 100.000 parados ha calado en Málaga. Se han acabado los contratos, sobre todo en los servicios y en la construcción, precisamente el burro distraído por la falta de orejeras que tiraba de la economía provincial. Sobran peones. Pero faltan trabajadores de cuello blanco, que los llaman. En Málaga no encuentran médicos, escasean, entre otros, los pediatras y los anestesistas. No hay informáticos especializados. Tanto tiempo escuchando que demasiados universitarios frecuentan las oficinas de empleo y ahora resulta que no bastan para cubrir puestos. Pero en la lista del SAE siguen. En cuanto a la inmigración, no es raro dar con físicos nucleares subiendo cubos de mezcla. Conozco el caso de un ingeniero de oleoductos que llegó a España y no halló otra cosa que la obra, en la sección de demandas del periódico nadie reclamaba un ingeniero de oleoductos. Volvió a la madre Rusia a trabajar de lo suyo, donde ganaría menos, pero es que el trabajo de ferrallista le estaba dejando el espinazo como barrita de arrope.

Últimamente nos hemos interesado mucho en los comicios extranjeros. Las elecciones españolas, que son a una sola vuelta, están a dos vueltas de esquina, el momento era perfecto para que el número 100.000 saltara como en el bingo. ¿Se notará al votar? 100.000 hijos de una política económica sostenida sobre merenderos y cemento sin cimentar son muchos hijos y puede que cuando elijan su papeleta lo hagan brindándosela a la madre de algún candidato.

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